lunes, 6 de septiembre de 2021

I CENTENARIO DE LA MUERTE DE SOR ÁNGELES SORAZU O.I.C. (1921-2021)

Detallada explicación de este Museo-Memorial en el siguiente enlace.


El pasado 28 de agosto de 2021 se cumplía el I Centenario de la muerte (dies natalis) de la Venerable Sierva de Dios Sor Ángeles Sorazu, religiosa concepcionista y escritora mística que vivió en Valladolid, en el paso del siglo XIX al XX.

Ángeles Sorazu Aizpurua nació el 22 de febrero de 1873 en Zumaya (Guipúzcoa), siendo bautizada al día siguiente, en la Parroquia de San Pedro, en su pueblo natal, recibiendo el nombre de Florencia. Será la tercera de siete hermanos.

Desde su más tierna infancia, la pequeña Florencia se ve adornada de gracias sobrenaturales que anuncian una predilección por parte de Dios: a los tres años tiene conocimiento claro de lo que es el pecado, mientras externamente su conducta se caracteriza por el retiro, el silencio y la rectitud en el obrar; a los seis años experimenta con gran intensidad la grandeza y la bondad de Dios; a los nueve años hace propósito de ser santa sintiendo una llamada interior al completo abandono en la voluntad de Dios. A los once años recibe la primera Comunión a partir de la cual su vida se desarrolla en un marco de fervorosa piedad.

Florencia crece humana y espiritualmente, venciendo las dificultades y luchas propias de su edad; sin saberlo aún, camina hacia el descubrimiento de una vocación que la conducirá a formar parte de la Orden de la Inmaculada Concepción y que llevará a cabo en el Monasterio de La Concepción de Valladolid, donde ingresa el 26 de agosto de 1891. De su entrada al claustro nos dice, entre otras cosas: “Experimenté una felicidad divina inexplicable, un deseo ardiente de santidad, un descanso muy grande como quien estaba en su centro y poseía su anhelado fin”. Cuando leyó por primera vez la Regla de la Orden, en la que se describe la forma de vida que había abrazado, quedó prendada del camino que se abría a sus ojos: entendí cómo se dirige a modelarnos en nuestros modelos, Jesús y María, y anhelaba conformar mi vida con ella.




Cuadro conmemorativo del I Centenario de la muerte de Sor Ángeles Sorazu. Obra de Santiago Bellido (2021).


Cuando vista el hábito concepcionista tomará el nombre de sor Mª de los Ángeles, por su devoción a los santos ángeles, a quienes se encomienda con fervor. Emitirá su profesión solemne el 6 de octubre de 1892 y desde entonces se entregará con todo su ser a Jesucristo y a María Inmaculada, tomando a ésta por Reina, Superiora, Maestra, Directora y Madre. Una actitud la acompañó siempre: A partir del día que hice la consagración conté con la Stma. Virgen para todo. Sentía la imperiosa necesidad de ser toda de Dios en María.

Su vida transcurrirá en la sencillez del ambiente claustral, en el desempeño de las tareas encomendadas por la obediencia, tales como el torno, la sacristía y la enfermería, oficios de los que nos habla en su relato autobiográfico, desempeñados con generosidad y fidelidad a su vocación. Mientras nada extraordinario acontece a la vista exterior, sor Ángeles va creciendo interiormente, bebiendo su alimento espiritual en el Catecismo –al que tendrá singular estima- y en algunas lecturas, entre las que destaca la Mística Ciudad de Dios –obra de M. Mª de Jesús de Ágreda, concepcionista y escritora mística del s. XVI-.

Un acontecimiento de especial importancia en su vida es el descubrimiento de los Evangelios, primero, y de la Sagrada Escritura, después. Hasta 1896 conocía los relatos bíblicos a través de la Liturgia o de diferentes meditaciones, pero el contacto directo con la Palabra de Dios la elevó en el conocimiento de Dios y la intimidad con Él. De la mano de la Liturgia vivirá intensamente los misterios de la vida de Jesús. En sus escritos describe cómo se preparaba para la Navidad durante el tiempo de adviento y cómo celebraba el nacimiento del Salvador, cómo se entusiasmaba en la fiesta del «Nombre de Jesús», que el calendario franciscano celebra el día 3 de enero, celebrando el onomástico del su Esposo… Igualmente se entregaba con toda dedicación a la oración y penitencia en el tiempo de Cuaresma y Semana Santa, deseosa de acompañar a Jesús durante su Pasión y compartir sus sufrimientos, llevada por el amor al deseo de hacer el imposible de que no hubiera sufrido, queriendo padecer ella en su lugar; también la veremos abismarse en la vida gloriosa del Salvador, resucitado y victorioso sobre el pecado y la muerte.

En 1893 atraviesa una intensa purificación interior que ella vivirá apoyada en la Virgen María, su refugio y consuelo en este tiempo al mismo tiempo que su madre y maestra. La noche purificadora, vivida en heroica fidelidad y amor, la conducirá al desposorio espiritual que tendrá lugar el 25 de septiembre de 1894, fecha que celebrará todos los años durante toda su vida, como un momento singular de gracia y acercamiento a Dios. El elevado estado de vida espiritual en el que es puesta le ocasiona tal sentimiento de indignidad que pide a Dios el descenso del mismo. M. Ángeles carecía de un director santo y sabio que discerniera las gracias que recibía; le será dado más tarde, en 1904. No obstante, continúa su vida de intensa contemplación e imitación de Jesucristo y de María Inmaculada.

El 21 de febrero de 1904 es elegida abadesa de la comunidad, cargo que desempeñará con notable acierto, influyendo grandemente en el crecimiento espiritual y material de la comunidad.

En julio de 1907 comienza una segunda purificación interior, más honda que la que viviera años atrás, que la dispone interiormente para el matrimonio espiritual, gracia que recibe el 10 de junio de 1911. Para esta fecha cuenta con el apoyo del que fuera el director espiritual que más influyó en el desarrollo de su vida interior, el P. Mariano de Vega, OFMCap. Gracias a él la Iglesia goza en la actualidad de la riqueza de los escritos espirituales de M. Sorazu. Consumado el matrimonio espiritual, M. Ángeles vive aún diez años más, a lo largo de los cuales va dejando constancia de los aspectos de la vida de unión con Dios, su contemplación de la vida humana y divina de Jesucristo, los atributos divinos, la lectura y comentario de diversos pasajes bíblicos, especialmente el Cantar que aplica a la Virgen María.

Fotografías de la Celda de Sor Ángeles Sorazu en las que se puede ver objetos de sus devociones.

En la Navidad de 1920 hace unos ejercicios espirituales de cuarenta días con la intención de prepararse para la vida del cielo, según ella misma afirma. El 21 de marzo de 1921 confía a una de las religiosas más íntimas a ella, que presiente cercana su muerte. Su salud se deteriora progresivamente. El 28 de agosto de 1921, expiraba tras haber compartido los padecimientos de Cristo, según ella tanto deseó y pidió en su oración.

Enterrada en el claustro del Monasterio con el catecismo en las manos y una estampa de María Inmaculada, como ella misma había pedido. A mediados de siglo, las hermanas quisieron reunir en una cripta los restos de las hermanas enterradas en tierra durante décadas. Evidentemente, era imposible identificar los restos exhumados, pero –en palabras de la abadesa–: “El Señor de los Cielos nos alumbró en su grandísima bondad y encontramos un féretro en perfecto estado de conservación, protegido por las raíces del ciprés plantado por sor Ángeles”. En su interior se encontraron fragmentos del catecismo de Astete…

Posteriormente, sus restos fueron trasladados a la Iglesia, en un sepulcro que aún se conserva el pie de la reja del coro bajo, donde fue inhumada el 24 de abril de 1982.

Sepulcro que ocupó el cuerpo de Sor Ángeles Sorazu en la Iglesia del Monasterio de la Concepción desde 1982 a 2003.

Finalmente, desde el año 2003, descansa en una sencilla urna en la Capilla que tienen las Concepcioncitas abierta en la calle Concepción y que desde el 1 de agosto de 2021 alberga a la Adoración Perpetua. Sobre el sepulcro una rosa que lleva años sin marchitarse y según la tradición es ofrenda de una joven que fue curada por intercesión de Sor Ángeles Sorazu. El arzobispo José Delicado Baeza introdujo su causa de canonización en 7 de abril de 1988.


Urna sepulcral que contiene los restos mortales de Sor Ángeles Sorazu.

Terminada la Eucaristía y tras la presentación del cuadro conmemorativo así como la explicación del mismo por su autor, Santiago Bellido, se procedió a la inauguración de la exposición, con vocación de permanente, sobre Sor Ángeles Sorazu, iniciativa de la comunidad de religiosas y convertido en realidad expositiva gracias a la labor del Doctor en Historia del Arte D. Javier Baladrón Alonso. Una exposición que si bien es breve en cuanto a su extensión en número de salas, sólo una, resulta verdaderamente interesante para dar a conocer la vida y espiritualidad de esta monja concepcionista que está en proceso de beatificación y canonización.

Javier Baladrón explica el contenido de la exposición al Cardenal Arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, y religiosas de la Orden. Agradezco la fotografía a Enrique Gómez Pérez, quien colaboró en la exposición ataviando a las imágenes vestideras.

LA IMAGEN DE LA NIÑA MARIA O LA DIVINA INFANTITA.
Una de las piezas o tal vez, la pieza más apreciada por la Comunidad es una de la Divina Infantita, representación de la Santísima Virgen Niña, casi recién nacida, realizada por indicación expresa y siguiendo las premisas aportadas por la propia Sor Ángeles Sorazu. Fue tallada en el Taller Viuda de Reixach de Barcelona en 1911. Sor Ángeles consiguió además que la imagen fuese llevada a Tierra Santa, donde fue bendecida por su hermano fray Pedro Regalado Sorazu (fallecido el 18 de diciembre de 1948 en el Convento de San Salvador de Jerusalén), religioso franciscano, en la Capilla de la Natividad.

La Comunidad celebraba cultos en su honor en el mes de diciembre, coincidiendo con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción o en su Octava. Una de esas antiguas devociones que había en la ciudad en otros tiempos y que con esta exposición podría relanzarse o al menos darla a conocer y no privarla a otras generaciones.

Fotografía de la Divina Infantita y anuncio en prensa de sus cultos a comienzos del siglo XX.


"Piedad" de La Sexta Angustia y "Cristo de la Luz", esculturas de Gregorio Fernández, en las pinturas de Luciano Sánchez Santarén (1914-1915).










LAS PASTORAS
Sor Ángeles Sorazu dio este nombre a una colección de 24 grabados de la Virgen Pastora, a partir de los cuales escribió un comentario en forma de diálogo entre Jesús, María y el alma, representada en la oveja, en el que describe las etapas de la vida espiritual. Hay otros en color, pintados por otra religiosa, procedentes del extinto convento de la Orden en Olmedo.
La referencia a María como Divina Pastora tiene amplia tradición en diversos escritos, entre ellos los de la Venerable María Jesús de Agreda, cuya obra no era desconocida para Sor Ángeles. En cualquier caso, como modelo iconográfico y advocación, surge a comienzos del siglo XVIII en Sevilla, revelado a fr. Isidoro de Sevilla, religioso capuchino, por lo que esta advocación ha quedado muy vinculada a la Orden Franciscana en sus distintas ramas, especialmente en los Capuchinos.













La exposición se podrá visitar con cita previa concertada con las religiosas concepcionistas de dicho Monasterio (enlace).

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