miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA CORONACIÓN DE ESPINAS. A PROPÓSITO DEL IV CENTENARIO DE SU REALIZACIÓN.


"La Coronación de Espinas".
Fuente: Archivo Municipal de Valladolid.
Identificador: MC 00011-106.

En las décadas de los años 10 y 20 del siglo XVII, la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz acometió la renovación de sus conjuntos procesionales, sustituyendo los antiguos pasos de papelón y de pequeño tamaño (manteniendo, por fortuna, la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, vulgo La Borriquilla) por otros en tamaño natural tallados en madera y policromados siguiendo la tendencia iniciada por Francisco del Rincón en su paso de la Elevación de la Cruz para la Cofradía Penitencial de la Pasión.

Así, en fecha indeterminada, si bien se piensa entre 1615 y 1617 se realizaría el paso del Azotamiento, en 1623 el Descendimiento y hacia 1627-1628 el paso del Prendimiento y Oración del Huerto. De estos tres conjuntos se conserva algo de documentación, ya sea directa o indirecta que revelan la autoría de los mismos: la carta de obligación firmada por Gregorio Fernández para la realización del Descendimiento se reconoce el propio escultor como autor del paso del Azotamiento, además en cuanto a su cronología se puede citar el dato que el 22 de junio de 1619, la Cofradía solicitaba del Papa Paulo V "indulgencia y jubileo, a imitación de la llaga que a Nuestro Señor Jesucristo le hicieron en sus sagradas espaldas, para el Eccehomo de la columna que la dicha cofradía tiene en su altar de la iglesia" que demostraría la existencia de la talla en esos momentos y que ya gozaba de importante devoción; por otro lado, diversos pagos consignados a Andrés de Solanes, según la documentación aportada por D. Jesús Urrea Fernández, demuestran la autoría de este escultor sobre el paso del Prendimiento y la Oración del Huerto.

Pero, en este periodo de tiempo del que estamos tratando, la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz encargó un conjunto procesional más: la “Coronación de Espinas”. Un paso del que hasta el momento sólo cabe moverse en el campo de las hipótesis y atribuciones, tanto en su autoría como en su cronología.

En cuanto a su autoría, la más extendida es la atribución a Gregorio Fernández si bien es cierto que en los últimos años también se ha propuesto, por ejemplo D. José Ignacio Hernández Redondo, la figura de Andrés de Solanes como posible autor del conjunto procesional.

Lo referente a su cronología es igualmente motivo de debate, pues hay quienes lo suponen –por ejemplo Martín González- hacia el año 1620 ó 1622 o en cualquier caso entre la realización del Azotamiento y la del Descendimiento, o bien otros lo datan posterior a 1624.

Supongamos que fuera de Gregorio Fernández: llama la atención que en la carta de obligación para la realización del Descendimiento (fechada el 16 de junio de 1623) pusiera como referencia para la tasación las figuras del Azotamiento… “por cuya obra madera y talle y demas manufactura e trabajo de las dichas siete figuras del dicho paso se me a de dar la cantidad de maravedís que Francisco Diez platero de oro vecino desta ziudad dijeren que valen más cada una que cada una de las figuras del paso que hize para la dicha cofradía del Azotamiento de Nuestro Señor tasandose en mas valor y trabajo de cada una de las dichas figuras que allare e de azer della que hize del dicho paso del Azotamiento de manera que para el dicho paso qne ansí me obligo de azer del santo Descendimiento se me ha de dar y pagar todo lo que se me dio por el otro paso que ansí hize del Azotamiento para la dicha cofradía con el más valor quel dicho Francisco Diez dijere vale cada una de las dichas siete figuras que ansí me obligo de azer para el nuebo paso del Descendimiento”. Si la Coronación fuera posterior al Azotamiento y previo al Descendimiento sería más lógico pensar que las tallas que sirvieran de referencia para el nuevo paso fuesen las de la Coronación en lugar que las del Azotamiento. Por otro lado, aún moviéndose en la autoría de Gregorio Fernández, pueden plantearse dudas a la realización después del Descendimiento, pues recordemos que este paso del Descendimiento fue motivo de pleitos entre Cofradía y María Pérez -viuda de Fernández- quien en su testamento (fechado en 1661) señala que la Cofradía aún tenía una deuda de 1.000 ducados por el paso del Descendimiento, pudiendo esta circunstancia frenar nuevos contratos entre escultor y Cofradía. Incluso años más tarde, en 1667, hay nuevas referencias a que aún queda por resolver esta deuda.

La otra hipótesis sobre su autoría, más reciente, y probablemente más fundada, recae en Andrés de Solanes: discípulo de Gregorio Fernández al que unió una gran amistad y que trabajaron juntos en diversos proyectos incluso cuando Solanes ya era maestro independiente, incluido (en los años 30 del siglo XVII) el modelo de un paso procesional para la Penitencial de La Piedad, pero también en retablos, ya fuera en Valladolid o para otras localidades, como es el caso del Convento de Aránzazu en Vitoria, donde sirviendo a su maestro, sorprendió la muerte a Solanes en diciembre de 1635. Es más que probable o casi seguro que de ser obra de Solanes también interviniese Fernández, puede que en el diseño del paso procesional. Tal vez esta colaboración, unido a la hipótesis planteada por la deuda del paso del Descendimiento, introdujese a Solanes en la escultura procesional vallisoletana y fuera el precedente para posteriormente contratar, también con la Vera Cruz, el paso del Prendimiento y la Oración del Huerto entre 1628-1629, monumental conjunto en el que bien podría haber intervenido Fernández en su diseño. Si la Coronación de Espinas fuese obra de Solanes podría datarlo posterior al Descendimiento. Consta que en 1626 Solanes ya se había independizado y tenía taller propio, aunque continuaba colaborando estrechamente con Fernández. Así las cosas, la Coronación podría ser datada entre el Descendimiento (1623-1624) y la Oración del Huerto (1628-1629), tal vez entre los años 1625-1626.



COMPOSICIÓN DE LA CORONACIÓN DE ESPINAS.

El paso de la Coronación de Espinas sirvió de modelo para otras localidades, como ocurrió con otros pasos de Valladolid. Así sucedió en el caso de Nava del Rey (Valladolid) y en especial con la copia contratada en 1675 por el escultor Francisco Díaz de Tudanca para la Cofradía de Jesús Nazareno de León, paso desaparecido. Tudanca se obligaba a realizar una copia del paso de la Coronación de espinas de la Vera Cruz de Valladolid, lo que ha permitido conocer el número e identidad de las figuras del paso de Fernández: “Christo en su tórculo sentado con vestidura purpura como esta el de Valladolid, dos sayones que le estan coronando con sus orquillas, otro sayon que esta delante de rodillas dándole la caña, otra figura detrás que está mirando la ejecución del castigo, este representa un juez del senado”.

De las cinco tallas del conjunto original, han llegado hasta nuestros días cuatro, desapareciendo uno de los sayones, éstas son: Cristo coronado de espinas (en la Penitencial de la Santa Vera Cruz), sayón arrodillado, sayón bizco que ciñe la corona y el juez del senado o llamado tradicionalmente como Pilatos, las tres tallas del “historiado” se conservan en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y la última aún se puede ver en las procesiones dentro de la I Palabra.

Se ha considerado que los pasos de Semana Santa de Valladolid tuvieron su reflejo en el banco o predela del retablo mayor de la Catedral de Plasencia, encargado a Gregorio Fernández. Efectivamente, uno de los relieves representa la coronación de espinas, en la que se repite dos sayones ciñendo la corona y otro semiarrodillado o en genuflexión burlándose del Redentor, y se completa la escena con otros personajes, incluido el que podría ser el juez del senado. Este  relieve, así como el del azotamiento, son interesantes en cuanto a personajes y actitudes, así como ciertos detalles como las armas (lanzas) o la columna (en el azotamiento) que nos remiten a cómo podrían ser en su origen los pasos procesionales y tomarlos como modelo para la recuperación de estos elementos.

Es difícil saber el momento exacto en que comenzó a salir la imagen de Cristo sola, podría ser más que probable, aunque no lo cita el autor, que fuese en 1769 cuando se reducen los pasos del Azotamiento y Oración del Huerto, según relata Ventura Pérez en su “Diario de Valladolid”.

El caso es que luego, hablamos también del siglo XIX, la imagen saldrá sola, sin acompañamiento de sayones, configurando el paso que en las plantas procesionales se llamaba “del Coronado”, dicho sea de paso, denominación más correcta que Ecce Homo, pues ésta es la expresión dicha por Poncio Pilato al presentar a Cristo al pueblo, no en el momento del escarnio y coronación de espinas propiamente dicho.

Parece intuirse que en cierto momento del XIX, la imagen dejó de salir en procesión, o por mejor decir, que su salida no era tan continuada como otras imágenes de esta Penitencial, habría años que saliese y otros que no. Ya en el siglo XX se recuperó esta imagen para las procesiones sustituyendo al Cristo de la Humildad o del Gallo (José de Rozas, 1691) de la Cofradía Penitencial de la Piedad, que era acompañado por soldados del Arma de Artillería que tenían su cuartel en el antiguo Colegio de San Ambrosio. Hay fotografías e incluso filmaciones de la imagen del Coronado de Espinas de la Vera Cruz participando en procesión teniendo a su espalda la cruz con los atributos de la Pasión (como se puede ver en estas capturas del vídeo de Valladolidcofrade para conmemorar el bicentenario de la Procesión General del Viernes Santo) (enlace a vídeo).




El 19 de abril de 1946, Viernes Santo, se incluyen en la escena tres sayones para representar la Coronación de Espinas. No obstante, sólo uno de ellos correspondía efectivamente al montaje original del paso, mientras que los otros dos se identifican en la actualidad como parte del historiado de la Oración del Huerto. Estos tres sayones fueron eliminados en 1957, alegando que en solitario se realzaba más la figura del Señor. Lo cierto es que esa valoración se podría entender en aquellas circunstancias pero una vez identificadas correctamente las tallas que conforman el historiado del paso sería recomendable la recuperación del conjunto o montaje original como fue ideado por su autor, máxime cuando es el único conjunto de esta iconografía en la Semana Santa de Valladolid y, volvemos a recordar, sirvió de modelo a otras localidades. Por fortuna, la mayor parte del paso ha llegado a nuestros días y ello facilita que sea posible que sigan cumpliendo la función para la que fue creado, además que su uso responsable ayudaría a la conservación de las tallas, sobre todo las de algunos sayones.

Montaje del paso entre 1946 y 1957.
Fuente: Archivo Municipal de Valladolid.
Identificador: F 00079-050.



Desde entonces, 1957, la imagen del Cristo ha salido aislada, sin otras tallas y en contadas ocasiones se ha montado el montaje original, o lo que queda y está identificado como parte del mismo, pudiéndose citar:
  • Exposición “Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid. En el CCCL aniversario de su muerte”, Valladolid, 1986.
  • Pregón de Semana Santa de 1994 (en las Huelgas Reales, por Excmo. Sr. D. Emilio Zapatero Villalonga).
  • Exposición: Los sayones del paso "La Coronación de Espinas", en el Museo Nacional de Escultura, dentro del ciclo LAS FUNCIONES DEL MUSEO: RESTAURACIÓN. Capilla del Museo, del 15 de marzo al 15 de mayo de 2005.
  • “Gregorio Fernández. La gubia del Barroco” exposición temporal en la sede de la Penitencial de la Santa Vera Cruz (17 de enero a 17 de febrero de 2008).

Montaje de la Coronación de Espinas.
Pregón de Semana Santa de Valladolid, 1994.

La Coronación de Espinas.
Exposición "Gregorio Fernández. La gubia del Barroco".
Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz. 2008.

Por su parte, la imagen principal, Cristo coronado de espinas, también ha formado parte de diversas exposiciones como:
  • Imágenes de Ecce Homo en Valladolid. 2001.
  • El Árbol de la Vida, de Las Edades del Hombres, en la Catedral de Segovia, 2003.



CRISTO CORONADO DE ESPINAS
Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz. Colateral del Evangelio.
1,59 m. x 0,68 m. x 0,74 m.

En lugar de la denominación actual (Ecce Homo) que realmente no se corresponde al momento representado, o la denominación basada en la Hermandad que lo alumbra (Santo Cristo de los Artilleros), resulta más apropiada y tal vez sería deseable su recuperación, la denominación con la que se identificaba esta imagen en antiguas plantas procesionales: “Paso del Coronado”.  Así, sirva de ejemplo, hay testimonios a principios del siglo XIX, por ejemplo en la Junta de 17 de febrero de 1803 para componer las plantas de la Procesiones de la Jueves Santo y de la Cruz d Mayo (en la planta de 1802 no figura este paso), en el caso del Jueves Santo se menciona (Urrea y Martín González, pág. 215):
Paso de la Oración del Huerto.
Paso del Señor de los Azotes.
Paso del Coronado.
Paso del Descendimiento.
Paso de Nuestra Señora

Es más, incluso en los programas de Semana Santa aparecía en la Procesión del Santísimo Rosario del Dolor (Lunes Santo) como “Coronación de Espinas” denominando más al Misterio del Rosario que al propio paso, pero, aunque reducido a su imagen principal, puede que esa denominación, “Coronación de Espinas” fuese más acorde al episodio representado y a la historia de la propia talla.



El pasaje representado corresponde a los segundos improperios sufridos por Cristo en la Pasión. Los primeros se habían sucedido en las comparecencias antes Anás, Caifas y Herodes. Mientras, los correspondientes a la coronación de espinas, son ya bajo custodia del poder o autoridad romana. Así lo expresa San Juan “Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: «¡Salve, rey de los judíos!». Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa». Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: «He aquí al hombre». Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios». Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?». Jesús le contestó: «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor». Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César». Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: «He aquí a vuestro rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera; crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿A vuestro rey voy a crucificar?». Contestaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que al César». Entonces se lo entregó para que lo crucificaran". (Juan, 19, 1-16).

Mateo y Marcos, por su parte también recogen esta escena:

Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!». Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar” (Mateo, 27, 26-31).

"Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: «¡Salve, rey de los judíos!». Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo". (Marcos, 15, 15-20).


El reconocimiento como el Mesías esperado, del que hablaban las Escrituras y la predicación del Reino de Dios (dejando a un lado el pasaje de los Magos ante Herodes preguntando por el rey de los judíos recién nacido) podrían ser base para entender este episodio. Los seguidores de Jesús seguirían un proceso de cambio de mentalidad y de un reino como se podría entender en la época (como forma política) pasaron a otro que trascendía al mundo. El mismo Jesús lo dirá “Mi reino no es de este mundo”. Ese cambio de concepción basado en la fe no lo tendrían los detractores de Jesús, quienes no seguirían sus enseñanzas y lo verían como forma política, con los atributos propios de esa dignidad que en el caso de este episodio se convirtieron en objeto de mofa, sustituyendo ricos mantos, coronas y cetros, por otros más humildes y dolorosos con intención ofensiva.

Pese a la crudeza del momento y en contraste con la burla, Cristo es representado humilde y sereno, una postura natural frente lo que le rodea. Sentado en un tórculo (frente a un trono regio) cubre su cuerpo con una capa o manto encarnado con amplios y angulosos pliegues que cae desde los hombros, por la espalda y se cruza sobre las piernas. Allí descansan la manos, en una de las cuales se coloca la caña (que da nombre a otra de las advocaciones por la que se conoce “Cristo de la Caña”). La corona, de espino natural y exenta, ha ido variando a lo largo del tiempo, incluso en alguna ocasión siendo sustituido por alguna metal. Rasgo típico de Gregorio Fernández, lo que puede hablar de su participación en la realización de este conjunto, o al menos de algún seguidor muy cercano a él e influido por el maestro gallego, es la espina que hiere y atraviesa la ceja izquierda. Hay otro recurso de la corona de espinas empleado por Fernández y es la herida de una de las espinas en la oreja izquierda, en el caso del Coronado, aunque es cierto que la caballera permite ver parte de esa oreja, no potencia dicho recurso, lo cual es llamativo si tenemos en cuenta que es bastante frecuente en otros Cristos de Fernández y éste es el episodio que lo justificaría.
Además el tratamiento de cabellos y barba, así como los mechones de pelo sobre la frente, aunque se inspiran en modelos de Fernández, difieren de otras tallas de Cristo encargadas al maestro, diferencia que se acentúa si se comparan con Cristos posteriores al Descendimiento de la Penitencial de la Santa Vera Cruz. Estos y otros detalles, como la gota de sangre en la nariz (que en Fernández se resuelve como reguero que baja desde la frente y se concentra la gota en la punta de la nariz) al compararlos con el Cristo de la Oración del Huerto parece presentar mayor similitud con la obra de Solanes.

Si la imagen del Cristo coronado de espinas puede presentar alguna duda en cuanto a autoría y mantenerse, en cierta medida, la atribución de Gregorio Fernández, no pasa lo mismo con el historiado del paso, al menos de las piezas conservadas (Pilatos y dos sayones). Por mucho que se quiera aducir que fueran obra de taller, otro tanto tendría que ocurrir con el historiado de otros pasos encargados a Fernández y lo cierto es que la diferencia entre sayones de pasos como Sed Tengo (Nazareno), Camino del Calvario (Pasión) y Azotamiento (Vera Cruz) si lo comparamos con los de la Coronación es mucho más que notable, aun teniendo presente lo grotesco y caracterización de personajes como “malos” en la catequesis que eran y son los pasos procesionales.

La imagen recibe culto, como se ha indicado, en el retablo colateral del lado del evangelio. Un retablo realizado hacia 1693 por Alonso de Manzano. Consta de dos cuerpos; el inferior con columnas salomónicas en dos planos y la hornacina para cobijar la imagen. El segundo cuerpo, con dos columnas salomónicas, en el centro una pintura de Andrés Amaya (1693) representando a San Francisco y Santa Teresa con flores en el suelo, un cordero y el escudo del Carmen coronado. Se remata el retablo con una cruz.

La imagen ha salido en alguna ocasión de forma extraordinaria, como el 23 de febrero de 2013 en el Acto de Meditaciones de la Pasión o Via Crucis con motivo del Año de la Fe, portado a hombros por cuadrillas mixtas de las Cofradías de la Vera Cruz y del Cristo de los Artilleros.

Meditaciones de la Pasión, Año de la Fe, 2013.

Meditaciones de la Pasión. Año de la Fe, 2013.


PILATOS
Nº de inventario CE0748.
Altura = 178 cm; Anchura = 104 cm; Profundidad = 80 cm.
Caracterizado por su vestimenta  de tipo oriental.
Actualmente forma en “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, con un documento enrollado en la mano. De este modo es la talla que podría presentar más problemas para la recuperación del montaje original, además se da la circunstancia que junto al Cristo de los Trabajos son las únicas dos tallas que se mantienen desde el primer montaje de la I Palabra. No obstante, en atención a la recuperación de un conjunto histórico, que el paso del Coronado sale en más ocasiones en Semana Santa y que como se ha dicho, es el único conjunto de varias esculturas que representa el episodio de la Coronación de espinas, podría estudiarse la posibilidad de su sustitución en la escena del Calvario por otro sayón o personaje para recuperar el montaje original de la Coronación.

Primer montaje de "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Cofradía de las Siete Palabras.
Valladolid.


Actual composición de la I Palabra.



SAYÓN BIZCO
Nº de inventario: CE0548.
Altura = 170 cm; Anchura = 105 cm; Profundidad = 95 cm.
De este sayón se modificó el giro de su brazo izquierdo y se sustituyeron las manos, perdiendo la primitiva postura de ceñir la corona de espino. Tras dichas modificaciones y desde los años 20 del siglo XX ha pasado por otros conjuntos procesionales como el primer montaje del Azotamiento de la Vera Cruz (con Agapito y Revilla), en Camino del Calvario y finalmente en  "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen",  hasta que -por motivos de conservación y estabilidad de la pieza- en 2005 fue sustituido por un sayón de la Oración del Huerto (el sayón de casco bicorne).

Sayón de la coronación en "Camino del Calvario".

También, y al igual que el sayón arrodillado, figuró en la Exposición “Almacén. El lugar de los invisibles” del Museo Nacional de Escultura. Además de las citadas anteriormente y de las reconstrucciones del paso.



En la actualidad, este sayón no forma parte de ningún paso procesional en la Semana Santa de Valladolid, conservándose en los almacenes de dicho Museo. Así la recuperación del montaje original no supondría inconveniente para otras Cofradías.


SAYÓN ARRODILLADO
Nº de Inventario. CE0549
Altura = 139 cm; Anchura = 77 cm; Profundidad = 130 cm.
Como en el anterior sayón, esta escultura también ha experimentado modificaciones, como nuevas piernas (algo desproporcionadas) y modificando su postura, que más bien podría ser en genuflexión (lo que nos remitiría de nuevo al relieve de la Catedral de Plasencia) o reverencia como señala Hernández Redondo; además también se sustituyó el brazo derecho, aunque en la última restauración se ha reintegrado el original.
Además de formar parte en las ocasiones que se ha expuesto el montaje original de la Coronación de Espinas, este sayón ha sido el que ha figurado correctamente en otras ocasiones en las que el Cristo haya sido acompañado por sayones.
Por otro lado, formó parte también del primer montaje de Las Lágrimas de San Pedro, en 1965. Este montaje primigenio pudo contemplarse por última vez en el Pregón de la Semana Santa de Valladolid del año 2010 en el presbiterio de la S.I.M. Catedral.

Primer montaje de "Las Lágrimas de San Pedro". Año 1965.
Fuente: Archivo Municipal de Valladolid.
Identificador: F 00075-004.

"Las Lágrimas de San Pedro" en el Pregón de Semana Santa de 2010.

También, y al igual que el sayón “bizco”, figuró en la Exposición “Almacén. El lugar de los invisibles” del Museo Nacional de Escultura.




En la actualidad, este sayón no forma parte de ningún paso procesional en la Semana Santa de Valladolid, conservándose en los almacenes de dicho Museo. Como ocurre con el sayón bizco, la recuperación del montaje original no supondría inconveniente para otras Cofradías.


BIBLIOGRAFIA

AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925 

HERNÁNDEZ  REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172

LUNA MORENO, Luis y FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Mª del Rosario: Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid;[exposición] en el CCCL aniversario de su muerte, [Valladolid, Museo Nacional de Escultura, enero-febrero 1986;catálogo.

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid. Tomo XIV Parte Primera. Monumentos Religiosos de la Ciudad de Valladolid (Catedral, parroquias, cofradías y santuarios). Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985.

VV.AA.: Gregorio Fernández. La gubia del Barroco. Catálogo de exposición. Págs. 128-129. Valladolid, 2008.

Ceres.mce.es Red Digital de Colecciones de Museos de España (Museo Nacional de Escultura).

Programas de Semana Santa de Valladolid.

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