Coincidiendo con la fiesta de San Pelayo, mártir, se dedica esta entrada a una localidad que lo festeja, de las distintas que lo hacen en nuestra provincia de Valladolid: Salvador de Zapardiel. Una entrada que, reconozco, que tiene un significado especial pues es el encuentro con una parte de mi historia familiar. Antes de entrar a tratar sobre la iglesia, vamos a considerar dos aspectos previos, por un lado, algo de la historia del propio municipio y, por otro, la figura de San Pelayo, santo que, hemos de recordar, contó con una iglesia en Valladolid, que luego mudó su dedicación a la de San Miguel Arcángel.
SALVADOR DE ZAPARDIEL
Es un municipio situado a 70 Km al Sur de Valladolid, cercano al límite con la provincia de Ávila, en el llamado Valle del Zapardiel.
Gracias al censo de Floridablanca del año 1755, sabemos que Salvador de Zapardiel se encontraba integrado dentro de la Comunidad de Villa y Tierra de Arévalo, en concreto dentro del sexmo de Sinlabajos.
En 1833 tras la muerte de Fernando VII, S.M. D.ª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Reina regente procede a la división de España en provincias (49) y regiones (15). Parece ser que es en este momento cuando algunos municipios que hasta entonces formaban parte de la provincia de Ávila, pasan a integrarse en la de Valladolid, siendo uno de ellos Salvador de Zapardiel. Años después, en el trabajo de Madoz (1845-1850), ya figura como de la provincia y Audiencia de Valladolid, pero eclesiásticamente dependiente de la diócesis de Ávila:
“SALVADOR (SAN): l, con ayunt. en la prov., aud. terr. y c.g. de Valladolid (124/2 leg.), part. Jud. de Olmedo (44/2), dióc. de Ávila (40). SIT. en llano, sobre terreno húmedo y pantanoso, á las márg. del r. Zapadiel, que en sus avenidas suele inundar las casa y causar graves estragos; su CLIMA es muy propenso á fiebres intermitentes. Tiene 30 CASAS; la consistorial muy deteriorada; un pozo público para abrevadero de los ganados; varios para el mismo efecto en casas particulares; una fuente para el surtido del vecindario, pero son tan gruesas sus aguas, que los vec. más acomodados se surten de las de Muriel; hay una igl. parr. (la Invención de la Sta. Cruz) servida por un cura y un sacristan. TÉRM.: confina N. Honcaladas; E. Sinlabajos y Muriel; S. San Estéban, y O. Lomoviejo; dentro de él se encuentran varios pantanos y balsas que contribuyen á la insalubridad del clima. El TERRENO, fertilizado por el Zapardiel y por el arroyo titulado Morteros, que también suele causar grandes daños, es todo llano y de regular calidad; comprende dos prados de pastos naturales de unas 30 obradas de cabida. CAMINOS: los locales y la carretera de Madrid á Zamora, todos en mediano estado, y en tiempos de lluvias intransitables. PROD.: trigo, cebada, centeno, algarroba, algún garbanzo, uva y buenos pastos, con los que se mantiene ganado lanar, vacuno y mular. POBL.: 27 vec., 106 alm. CAP. PROD.: 443,240 rs. IMP.: 44,600. CONTR.: 5,349 rs, 24 mrs”.
En cuanto patrimonio histórico-artístico, en la actualidad, y tras la desaparición de una ermita, cuenta únicamente con un templo, la Iglesia Parroquial de la Invención de la Santa Cruz donde, entre otras, se veneran a quienes poseen la cualidad de patronos de la localidad: La Santa Cruz, celebrándose su fiesta el 3 de mayo y, San Pelayo, festejado el 26 de junio.
SAN PELAYO
“En Córdoba de España, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas”. Martirologio Romano.
Parece ser que San Pelayo nació en Albeos, una aldea que pertenece al municipio de Crecente, en Pontevedra, en el año 911. Fue educado por su tío Hermoigio, obispo de Tuy. En 920 acompañaba al obispo y la corte del rey de León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abd al-Rahmán III. Tras la derrota en la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres años de cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo quedó como rehén, anunciando a Cristo en la prisión y logrando la conversión de nuevos cristianos. Se dice que Abd al-Rahmán III le prometía riquezas y honores si renunciaba a la fe cristiana y accedía a sus proposiciones, a lo que San Pelayo se negó, lo que provocó su tortura y muerte, por medio del suplicio de desmembramiento mediante tenazas de hierro. Sus restos echados al Guadalquivir el 26 de junio del año 925, fecha establecida como su dies natalis y que ha quedado como fiesta en su honor.
A San Pelayo se le pone como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil.
Sus restos fueron recogidos piadosamente por los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San Ginés y su cabeza en el de San Cipriano, siendo considerado mártir por la fe y la pureza. En el año 967, bajo el reinado de Ramiro III, los restos mortales de San Pelayo fueron depositados en el monasterio dedicado al santo en León, fundado por su antecesor el rey Sancho I. Entre 984 y 999 su cuerpo se trasladó a Oviedo, siendo finalmente depositado en el monasterio de las monjas benedictinas de San Pelayo de aquella ciudad, donde se custodian en la actualidad (enlace).
LA IGLESIA PARROQUIAL DE LA INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ
Como se ha dicho, es el único templo que existe actualmente en la localidad, pero tiempo atrás hubo otro más, una ermita dedicada a San Pelayo, donde recibía culto dicho santo, servido por su propia Cofradía. Por el momento desconozco más datos de esta ermita, por lo que no puedo precisar el momento de su edificación, ubicación, destrucción, así como el patrimonio mueble que pudiera existir en la misma, a excepción de la mencionada imagen de San Pelayo que en la actualidad se venera en una hornacina lateral del retablo mayor de la Iglesia Parroquial de la Invención de la Santa Cruz.
En cuanto a la iglesia existente, construida en ladrillo y cajones de mampuesto encalado, tiene sus orígenes en el siglo XVI, si bien está bastante modificada, conservándose de la obra original la cabecera; la torre, es obra del último cuarto del siglo XVII, para la que presentaron sendas trazas Alonso García y Mateo Fiasco, maestros de carpintería y albañilería haciéndose cargo de la obra Alonso Moreno, vecino de Medina. Por su parte, la nave que une ambas es una construcción de mediados del siglo XX, tras el colapso de la anterior. En 2007 se restaura la iglesia elevándose la altura de la nave que hasta ese momento había sido más baja (llamándose de forma coloquial "panera"). En esta nave, en el muro del evangelio, se presenta la portada, adintelada, sin ornamentación, que da acceso a un zaguán con sepulturas en el suelo y que distribuye el espacio, a la derecha la torre y, a la izquierda, la iglesia (espacio de culto).
El interior destaca por su sencillez, conservándose en la actualidad únicamente dos retablos, aunque consta la existencia de otros, hoy en paradero desconocido. Estos retablos existentes son el retablo mayor y un colateral en el muro del evangelio (a la izquierda según se mira a la capilla mayor); frente a éste último, en el muro de la epístola, una mesa con algunas imágenes devocionales y la entrada a la sacristía.
Los muros carecen de decoración salvo las estaciones del Via Crucis. Al lado de la puerta de entrada al templo, un espacio dedicado a Santa Rita de Casia.
El retablo en el lado del evangelio podría datarse en el siglo XIX y contiene tres imágenes: en el centro, una interesante imagen del Glorioso Patriarca San José con el Niño Jesús en brazos; a los lados, la Virgen del Carmen y el Sagrado Corazón de Jesús, éstas dos de carácter seriado, como otras del templo, en las que suele prevalecer el valor devocional sobre el artístico.
En frente, en el muro de la epístola, al lado de la puerta de acceso a la sacristía, una mesa expone tres imágenes de distintas épocas y talleres, éstas son: San Antonio de Padua, Nuestra Señora del Rosario (sin Niño, pero puede que lo tuviera en otros tiempos), imagen de vestir que contó con su propia Cofradía, y Nuestra Señora de Fátima (con inscripción en la peana testimoniando la donación de la misma a la Iglesia).
El presbiterio se eleva ligeramente con respecto al resto de la iglesia y se accede al mismo por una escalinata cerrada con barandilla. A los lados, en los muros, se abren sendas hornacinas, que albergan las tallas de San Roque (lado del evangelio, a este lado figura también una imagen de la Inmaculada Concepción) y San Isidro Labrador (epístola). La imagen de san Isidro sale en procesión el día de su fiesta para bendecir los campos.
El retablo mayor es una de las piezas más interesantes de la iglesia. Procede de Astudillo; en las cuentas de 1665-70 aparece “Más 33 reales que pagó a Miguel Albarez vecino de Medina del Campo del trabajo y camino de ir a Astudillo a ver el retablo para traerle a esta iglesia”, fue dorado y estofado en 1695-1694. Una vez instalado éste, el anterior retablo mayor se trasladó y asentó en la desaparecida ermita de San Pelayo. El retablo mayor que podemos ver en la actualidad se compone de banco o predela, cuerpo principal y ático, pero con una disposición muy original, ya que tres hornacinas (la central y una en cada extremo) rompen la separación y ocupan predela y cuerpo principal.
Este cuerpo principal se divide en cinco calles por medio de seis columnas. La temática del retablo gira en torno a la Pasión y Muerte de Cristo, unida como precursor a San Juan Bautista y la historia de la Santa Cruz. En este cuerpo principal, en la calle central hay una hornacina con la Santa Cruz, la misma que sale en procesión el 3 de mayo, entonces con un sudario. Está documentada la existencia de una Cofradía de la Vera Cruz, por lo que es muy probable que ésta fuera su titular. Sobre esta hornacina con la Cruz, una pintura alusiva a la titularidad del templo, la Invención de la Santa Cruz en Jerusalén en el año 326 por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino, acompañada de San Macario, obispo de Jerusalén, y el reconocimiento de la verdadera (Vera) Cruz por medio del prodigio de la resurrección de un muerto que se puso en contacto con la Cruz.
A esta hornacina y pinturas, flanquean otros cuatro lienzos con episodios de la Pasión de Cristo: hacia el muro del evangelio están la Oración del Huerto y Camino del Calvario y, al otro lado, hacia el muro de la epístola, la Flagelación (con columna baja, ya inspirada en la de Santa Práxedes de Roma) y la Coronación de Espinas.
En las calles exteriores, sendas hornacinas, la del evangelio con la imagen de San Pelayo (siglo XVII, procedente de su desaparecida ermita y que contó con Cofradía), acompañado de reliquia del mismo y, sobre la hornacina, una pintura con la Visitación de la Virgen a Santa Isabel (madre de San Juan Bautista).
En la de la epístola, imagen de San Francisco de Asís, estigmatizado, y, sobre la hornacina, pintura con el Martirio de San Juan Bautista. En este lado se puede ver una imagen seriada de Jesús Resucitado y una interesante imagen del Niño Jesús, similar al modelo de Niño de la Bola, y que tal vez se podría poner en relación con otra cofradía existente en otros tiempos en el pueblo: la Cofradía del Santísimo y del Nombre de Jesús.
En el ático, además de elementos decorativos, destaca en el centro una pintura en la que es posible distinguir una escena de batalla con la Cruz triunfante en el cielo. En principio, nos podría remitir al episodio de la Constantino en la batalla del Puente Milvio, acaecida el 28 de octubre del año 312; según el relato de Eusebio de Cesarea, en vísperas de la misma, Constantino vio en el cielo una cruz luminosa con el inscripción “In hoc signo vinces” (con este signo, vencerás), por la noche, Cristo le revela en sueños que debe poner ese signo para vencer a sus adversarios. Ahora bien, observando detenidamente el cuadro, se puede apreciar un pendón con los escudos de los reinos de Castilla y de León, lo cual descartaría el episodio anterior y probablemente lo que represente sea “El Triunfo de la Santa Cruz en la Batalla de Las Navas de Tolosa” que tuvo lugar entre el 15 y 16 de julio de 1212, en Santa Elena (Jaén) en plena Reconquista, en la que se enfrentó un ejército aliado cristiano formado en gran parte por tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, aragonesas de Pedro II de Aragón, navarras de Sancho VII de Navarra y voluntarios del Reino de León y del Reino de Portugal contra el ejército del califa almohade Muhammad al-Nasir. La fecha del 16 de julio se convirtió en el ámbito hispano en la “Fiesta del Triunfo de la Santa Cruz”.
Así pues, resulta muy curioso la presencia en el mismo retablo de estos episodios de la Reconquista y la figura de San Pelayo, un mártir de aquellos primeros siglos de la ocupación de la Península. Después de esto, hubo en el calendario tres fiestas de la Cruz:
Invención de la Santa Cruz (3 de mayo).
Triunfo de la Santa Cruz (16 de julio).
Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre).
Continuando con la historia de este templo, hay constancia de la existencia de otros dos retablos, ya en la centuria siguiente, en el primer tercio del siglo XVIII. El Catálogo Monumental hace mención de ellos en estos términos:
1720-21.- Decretos: Otrosí manda su Merced en atención a las mejoras que se han hecho en la obra del retablo colateral que han hecho en esta iglesia Domingo Pérez y Lorenzo Gómez, maestros tallistas se les dé por modo de agasajo 300 reales del caudal de la fábrica.
1732-34.- Más es data 1.000 reales pagados a Antonio Saiz, tallista vecino de Arévalo por el colateral que está haciendo en dicha iglesia. Dos años más tarde se consignan otros pagos a este tallista por el mismo concepto.
En este intervalo de tiempo se pagan “75 reales y 10 Maravedis pagados por la pintura que el mudo de Medina del Campo dio en la efigie de Santo Domingo de dicha iglesia”. Este dato permite conocer la existencia de otra imagen, que actualmente no se encuentra el culto en el templo, la de Santo Domingo. Es interesante, pues esta imagen, junto a la de San Francisco de Asís (hoy en el retablo mayor) representarían a los Patriarcas Fundadores de Órdenes Mendicantes. En cuanto a “el mudo de Medina”, partiendo de ese apodo y la cronología, primera mitad del siglo XVIII, seguramente sea Neira “El Mudo” con varias obras en Medina del Campo (Monasterio de San José, Convento de Santa María Magdalena, etc.).
Hay ortos dos elementos en esta iglesia que podemos destacar: la bóveda y la torre, ambas estudiadas en diversas publicaciones.
Armadura ochavada de limas moamares, datada en la segunda mitad del siglo XVI (Pérez Martín, 119-120).
En cuanto a la torre, ya se ha visto que se levanta en la segunda mitad del siglo XVII, ubicada a los pies del templo, consta de cuatro cuerpos, construida en ladrillo y rematada por una linterna octogonal, conservándose fragmentos de una banda decorada con esgrafiados.
A modo de resumen podemos concluir que Salvador de Zapardiel contó con los templos:
Iglesia Parroquial de la Invención de la Santa Cruz.
Ermita de San Pelayo (desaparecida).
Y, aunque en la actualidad no hay ninguna activa, tuvo las siguientes Cofradías (fuente: censoarchivos.mcu.es-CensoGuia-Salvador de Zapardiel):
Cofradía de la Vera Cruz.
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario.
Cofradía de San Pelayo (Ermita).
Cofradía de Santa Águeda.
Cofradía del Santísimo y Nombre de Jesús.
Según este censo, la documentación de las mismas se encontraría en el Archivo Diocesano de Valladolid y se ofrecen algunas fechas. Pero estas fechas hay que entenderlas como el inicio de los documentos, no necesariamente como fundación de las cofradías ni de extinción o inactividad, así encontramos:
Cofradía de la Vera Cruz. Cinco libros, desde 1603 a 1928.
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. Un libro, de 1654 a 1737.
Cofradía de San Pelayo (Ermita). Dos libros, de 1607 a 1670.
Cofradía de Santa Águeda. Un legajo, de 1811 a 1868.
Cofradía del Santísimo y Nombre de Jesús. Un libro, de 1655 a 1755.
BIBLIOGRAFÍA
BRASAS EGIDO, José Carlos: Catalogo Monumental. Antiguo Partido Judicial de Olmedo. Tomo X. Excma. Diputación Provincial de Valladolid. Valladolid, 1977. Págs. 199-200.
MADOZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XIII. pág. 710.
PÉREZ MARTÍN, Sergio: Carpintería de lo blanco en Valladolid (siglos XV-XVI). Junta de Castilla y León, Valladolid, 2018. Págs. 119-121.