jueves, 28 de febrero de 2019

EL ANTIGUO RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA PENITENCIAL DE JESUS NAZARENO

El 3 de abril de 1676, Viernes Santo, la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno sale por última vez  en procesión desde el Convento de San Agustín, para finalizar en la ermita propia que había construido. Como es sabido, a partir de ese momento se suceden pleitos para devolver tallas al convento, realizar nuevas imágenes titulares, etc. Pero la Iglesia no estaba terminada del todo, ni en su construcción ni en otro patrimonio mueble necesario para dar cobijo a cuanto poseía la Cofradía, lo que motivó el traslado de la imagen del Nazareno y el cierre del templo durante algunos años, así el 30 de julio de 1694 se produce este traslado procesional hasta la Parroquia de Santiago, de donde regresará a mediados de junio de 1697. A partir de este momento comienza a plantearse la necesidad de hacer un retablo mayor. A comienzos del nuevo siglo, según describe con detalle Filemón Arribas, el 8 de mayo de 1702 se dio comisión a los alcaldes y a otros dos cofrades para que tratasen «con los maestros que les pareziere de la facultad de los retablos», ya que el depositario tenía alguna cantidad y se procuraría además la que fuera menester. 

Dos fueron los concursantes con sus trazas: Alonso Manzano y Blas Martínez de Obregón, celebrándose en 30 de julio cabildo para hacer la adjudicación. Es probable que en este punto haya que insertar la información que proporciona José Martí y Monsó (pág. 498) ya que Filemón Arribas menciona que como cuestión previa, el cofrade Francisco Herrero sometió a consideración el modo de resolver el concurso, si por medio de maestros que al efecto se nombrasen, por elección del cabildo o por sorteo, siendo acordado por mayoría de votos utilizar la primera de las tres soluciones propuestas; pero esto no obstante, se volvió a tratar el asunto, y los menos convencieron a los más, proponiendo D. Lope Quevedo «que se echasen cédulas, que con eso quedaban todos bien», y la votación primera no tuvo efecto y se hizo como después de ella se propuso. Y Martí y Monsó especifica «30.Julio.1702.- Cabildo…para tratar sobre el rretablo que dha cofradía pretende azer para el mayor culto y reverencia de Jesus nazareno patrón y S.or della…Alonso manzano y Blas marttinez de obregón maestros ensambladores..habia echo diferentes trazas…se llamaron dichos maestros en cuya conformidad se echaron dos cedulas la una con el nombre de manzano la otra con el de obregón…un niño saco la cedula la qual dezia manzano, por cuya razón quedo electa la traza del susodho».

Así pues, aunque el sorteo había favorecido a Manzano, unos días más tarde la Cofradía se echó atrás y el 13 de agosto acordaron «que aviendo rreconocido ser mas conveniente se escogiese la traza hecha por Blas de Obregon».

Este, titulado «maestro arquitecto» del Obispado, contaba con grandes influencias dentro de la Cofradía, y al parecer estaba decidido darle dicha obra, por cuanto habiéndose hecho la subasta y pensado adjudicarla a Gregorio de la Mata, el 10 de septiembre del citado 1702 se celebró cabildo para encargar al autor del proyecto la construcción del retablo en la cantidad de 16.000 reales, la menor propuesta en la subasta anterior. El maestro se compromete a entregarle en un plazo de dos años, la Cofradía le había de adelantar 4.000 reales para compra de madera, pagando el resto durante el transcurso de dichos dos años, excepto dos mil reales, que quedarían retenidos hasta que, terminado y colocado aquel, se declarase por maestros peritos (como era costumbre) estar ejecutado conforme a la traza. Tal acuerdo se completó con otro en virtud del cual reconociendo la Cofradía que ningún artífice construiría el retablo mejor que su autor, no se admitiría ninguna baja en precio. 

Tal serie de arbitrariedades, aún llevadas a cabo con la mejor intención, no podía prosperar, y no prosperó. Los perjudicados se quejaron, y los bienes de la Cofradía, así como el metálico que obraba en poder de la depositaria doña Catalina Carriedo, fueron embargados y secuestrados por orden del Procurador del Obispado. 

Con la intervención de éste, se dieron por válidos los primeros acuerdos sobre la construcción del retablo, reparando así las dos injusticias que se pretendía cometer; es decir, abonando primeramente a Manzano el importe de su traza, y ordenando después pregonar el remate de la obra sobre la traza de Obregón. El auto del Provisor fue notificado a Alonso Manzano, que se encontraba en Palencia (retablo de Nuestra Señora de la Calle) en la persona de su oficial Francisco Arribas, cuando trabajaba en el taller que aquél tenía en las casas «que llaman del Dr. Galbán, sitas en la plazuela del conbento de la Santtisima Trinidad, orden calçada» de nuestra ciudad, y a los «maestros de la facultad de lo que mira a retablo», Juan Herrera y Gregorio Mata, mediante su procurador. 

Y, ahora sí, el día 23 del mismo septiembre, después de varias pujas, se adjudicó definitivamente a Obregón en la cantidad de 13.000 reales, pagaderos 4.000 de contado para materiales 7.200 durante la obra, a razón de 300 mensuales, y 1.800 después de concluida.

El beneficio logrado ascendía a 3000 reales, pero probablemente para compensar a Obregón acordó la Cofradía abonarle otros seiscientos reales por el trabajo que tuvo «en hacer la traza y condiciones».

La obra empezó inmediatamente para concluirse antes de los dos años estipulados, en febrero de 1704, gracias a las actividades de los encargados de sus tres partes esenciales. 

La arquitectónica fue dirigida por el autor del proyecto, como queda indicado, a quien ayudaron que sepamos, en calidad de «oficiales de talla», Alejandro Araujo y Melchor de la Era. Ya antes de terminada, Obregón había recibido mayor cantidad que la ajustaba, pero como la Cofradía estaba satisfecha, le otorgó 2.000 reales más en muestra de agradecimiento, y así pudo arreglarse perfectamente la cuenta. 

Cuando el retablo iba a medio construir, se habló en el cabildo (mayo de 1703), de que se viese la memoria de las efigies que habían de hacerse para poner en él y que se avisase a maestros escultores para que las pusiesen precio y las ajustasen. En agosto siguiente se mandaron hacer los modelos para las historias que llevaría en el segundo cuerpo y, sin que se pueda precisar la fecha, recibió el encargo José de Rozas. Pocas noticias tenemos de esta obra, sólo unas cuantas notas marginales puestas en un libro de acuerdos de la Cofradía por el Secretario Prado, nos dicen que se componía de la «istoria grande de la Horación de el Guerto y las dos istorias de los lados, y dos anjeles del tamaño del natural que estan sobre el maciço de los machones y las dos medallas de Salbador y María, de entre los machones», cuyo precio fue 1.600 reales la primera, y otros 1.600 las dos pequeñas, 880 los ángeles y 150 los medallones, en total 4.230, que se terminaron de pagar el 25 de agosto de 1704. 

Finalmente, todo el retablo se asentó sobre un pedestal de piedra de Campaspero construido por Juan Durante, previa ajuste en mil trescientos reales. 

En febrero de 1704, se estaban pasando a la Iglesia las piezas del retablo y el 30 de marzo siguiente, ya concluido de armar aunque sin dorar, quedó instalada en él la imagen titular. Ventura Pérez se hace eco de este acontecimiento «Colocacion de Jesús Nazareno.- En 30 de Marzo de 1704 se trasladó á su retablo nuevo, sin dorar, á Jesús Nazareno. La víspera hubo mucho y muy buen fuego de mano y árbol; estuvo Su Majestad patente; predicó un monje de San Benito el Real de esta ciudad». 

Junto a todo esto, pronto se empiezan a incluir otras efigies en el retablo mayor, así en abril de 1706 se colocó bajo el trono de Jesús Nazareno un cuadro de “Nuestra Señora de Belén” de tres cuartas de alto y media vara de ancho.

Un inventario de 30 de julio de 1752 describe el retablo a mediados de esa centuria:
Altar mayor.- Está adornado con las siguientes echuras: Primeramente una imagen de Nuestra Señora de la Conzepción, que está en el tabernáculo.
Dos echuras, la una de San Pedro y la otra de San Pablo, de cuerpo entero.
Dos echuras pequeñas, la una de San Lucas y la otra de Santa Catalina.
Otra echura de Nuestra Señora de Velén en marco dorado.
Un Niño de Nápoles que está enzima de el tabernáculo.
La echura e imagen de Jesús Nazareno, que está en su trono.
Dos ángeles que están enzima de las pilastras, de cuerpo entero, con los atributos de la Pasión”.

En cuanto a estos últimos ángeles ¿Qué atributos podrían portar? Pues moviéndonos en el campo de las hipótesis, se podría pensar que la cruz no al ya tenerla la imagen principal del templo y la Cofradía y por otro lado… ¿Algunos de los ángeles de las pechinas podrían portar los elementos que portaban los del retablo? Entra dentro de lo probable.

No se citan las imágenes de San Pedro y San Pablo, cuya autoría ha sido desvelada recientemente por D. Javier Baladrón Alonso, ambas esculturas son obra de José Pascual Robledo (1677-1714), hijastro de José de Rozas, realizadas entre noviembre de 1703 y marzo de 1704. Finalmente, unos años después, en 1713, José Díaz de la Mata talla la custodia para el retablo.

En este estado se mantuvo el retablo hasta que en mayo de 1712 la Cofradía comienza a realizar gestiones encaminadas a dorar tanto el mayor como los colaterales. Las primeras proposiciones presentadas para el dorado, estofado y jaspeado del principal, son de Antonio barrera. Y, a la oferta de este se unen las de los también doradores Manuel Barreda, Santiago Montes y Manuel Estrada y la del batidor de oro Dionisio García, que ofreció dorarle «de oro limpio», es decir, sin jaspear, por la cantidad de 23.000 reales. En estas condiciones se contrató el trabajo el 1 de junio y a cuenta de aquella suma se entregaron diversas cantidades al autor canjeándosele el 9 de diciembre de 1715 los recibos primitivos por uno solo en que costaba la cantidad cobrada (22.620 reales), liquidándose el resto en 4 de febrero siguiente, casi un año después de concluida la labor. Unos meses después, en verano de 1716, Ventura Pérez informa sobre el acontecimiento: «Retablo de Jesús Nazareno.- Año de 1716, por fines de Agosto, se acabó de dorar el retablo de Jesus Nazareno; hubo dos corridas de toros, y hubo rajoneo burlesco; una corrida la tuvo la ciudad, y la otra la cofradía; hubo en la iglesia de Jesús Nazareno su función con S.M. patente y asistencia de las cofradías penitenciales».

A partir de estas noticias se ofrece una recreación hipotética del antiguo retablo mayor de la Penitencial de Jesús Nazareno. Por cronología, características y compartir en todos los casos un testero recto, se han tomado como modelo principalmente tres retablos mayores existentes en la actualidad: el de la Penitencial de la Santa Vera Cruz, el de la antigua (y cerrada) Iglesia Conventual de Santa Brígida y el del Oratorio de San Felipe Neri.

Recreación hipotética del antiguo retablo mayor de la Penitencial de Jesús Nazareno de Valladolid.

Para la recreación se parte del de la Penitencial de la Santa Vera Cruz al compartir algunas características como la presencia de hornacinas laterales para la colocación de otras imágenes, en el caso de la Iglesia de Jesús, las tallas de San Pedro y San Pablo. Además sobre los machones dos ángeles de tamaño natural. Por su parte, se ha sustituido el relieve de Santa Elena y Constantino con la Santa Cruz por el de la Oración del Huerto, tomando como modelo el relieve que se puede ver en el retablo mayor del Oratorio de San Felipe Neri. De este último retablo comparte la característica que a los lados de la historia grande, en este caso de la Oración del Huerto, se encuentran otras dos historias, si bien es cierto que en el caso del retablo del Nazareno no se especifican cuales son y por este motivo se deja el espacio en blanco. Nuevamente en el campo de la hipótesis teniendo en cuenta por un lado la iconografía desarrollada en el retablo y por otro, algunas de las fiestas importantes de la Cofradía como la del Dulce Nombre… estas pequeñas historias al lado de la Oración del Huerto ¿Podrían ser otros episodios de la Pasión? ¿Alguna de ellas podría ser alusiva al Nombre de Jesús, como imposición del nombre (como se puede ver, por ejemplo, en retablos jesuitas)?

Descendiendo, en el cuerpo principal, se vuelve a tomar como referencia el retablo mayor de la Vera Cruz, como podría ser también el de Santa Brígida. En la hornacina central se encontraría la imagen titular del templo y de la Cofradía, Nuestro Padre Jesús Nazareno. Como pequeña licencia, se ha colocado la imagen sobre una de las características peanas barrocas sobre las que se asientan numerosas imágenes de este periodo en el foco castellano (este tipo de peana que se ha puesto como ejemplo al Nazareno ¿Podría haberse utilizado como andas en otras imágenes?). A los lados, las esculturas de San Pedro y San Pablo, ya citadas anteriormente, y que se conservan aún en la Penitencial de Jesús Nazareno, que para darlas color se ha tomado los modelos del retablo de San Felipe Neri. Nuevamente hay que hacer constar que se trata de una reconstrucción hipotética y que no se conoce el número de columnas que había, por ello se vuelve a tomar como modelo los retablos de Vera Cruz y Santa Brígida.

Finalmente, en el cuerpo inferior aparece en el centro el tabernáculo (en este caso el de Vera Cruz) y a los lados, bajo las imágenes de San Pedro y San Pablo las puertas de acceso al camarín del Nazareno que para este caso concreto su colocación hipotética se basa en las que se utilizan en la actualidad en la Penitencial de Jesús y en las referencias a las que podía haber en el retablo mayor de la Penitencial de La Pasión.

Tal vez las mencionadas medallas del “Salbador y Maria” se situasen sobre estas puertas de acceso al camarín, de forma similar a lo que se puede observar en el retablo mayor de la Parroquia de Santiago Apóstol. Sobre estas medallas del Salvador y María cabe recordar un detalle importante que aparece en otro inventario de 4 de julio de 1789, en el que en el retablo mayor se menciona “Iten dos quadros dorados con las efigies de un Ecce Homo y una Dolorosa, pintados en nogal, con cuatro palmatorias de metal bronceados”…¿Podrían ser aquellas Salvador y María citados?


BIBLIOGRAFÍA

ARRIBAS ARRANZ, Filemón: La Cofradía Penitencial de N.P. Jesús Nazareno de Valladolid. Imprenta y Librería Casa Martín. Valladolid, 1946. Págs. 41-44; 48-49.

BALADRÓN ALONSO, Javier: “Noticias biográficas, obras documentadas y atribuciones de escultores vallisoletanos del siglo XVIII: de José Pascual a Claudio Cortijo”,  BSAA arte,83 (2017): 211-234.

MARTÍ Y MONSÓ, José: Estudios histórico-artísticos: relativos principalmente a Valladolid, basados en la investigación de diversos archivos: Imprenta, Litografía, Encuadernación y Fábrica de Libros Rayados de Leonardo Miñon, Valladolid-Madrid, 1898-1901.

MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. y URREA FERNÁNDEZ, J.: Catálogo monumental. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Parte primera. Tomo XV. Edición facsímil, Diputación de Valladolid, 2001. Pág. 225 y 226.

PÉREZ, Ventura: Diario de Valladolid. Imp. y Librería Nacional y Extranjera de Hijos de Rodríguez. Valladolid, 1885.

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