Visita de la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima en 1947
Imagen Peregrina de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Estampa devocional. |
Es más que conocida la historia de las apariciones acaecidas en Cova de Iria entre mayo y octubre de 1917 a Lucía, Jacinta y Francisco, precedidas de las tres apariciones del Ángel y con el epílogo de Tuy y Pontevedra, sucesos que trascendieron las fronteras de Portugal, convirtiéndose con el paso de los años en un lugar de Peregrinación internacional.
La visión de María en Cova de Iría ha derivado en dos representaciones, la habitual de Nuestra Señora del Rosario de Fátima y la del Inmaculado Corazón de María de Fátima, descritas, respectivamente en la primera y segunda aparición:
Según el relato de la primera aparición, 13 de mayo de 1917, los videntes vieron "[…]a una señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rallos de luz clara e intensa, como una copa de cristal llena de pura agua cuando el sol radiante pasa por ella[…]". Y continúa posteriormente: "La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema más radiante de todas".
En la segunda aparición 13 de junio de 1917: “En el momento en el que Ella dijo las últimas palabras, abriendo sus manos, nos transmitió por segunda vez, el reflejo de esa luz intensa. En ella sentíamos que estabamos sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba hacia los Cielos, y yo en la parte que se derramaba sobre la tierra. En frente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavársele. Entendimos que era el Inmaculado Corazón de María ofrecido por los pecados de la humanidad, deseando ansiosamente reparación”.
La primera representación de Nuestra Señora de Fátima, tallada por José Ferreira Thedim, se realizó en 1919-1920, siendo entronizada en la Capelinha el 13 de mayo de 1920.
La visión de María en Cova de Iría ha derivado en dos representaciones, la habitual de Nuestra Señora del Rosario de Fátima y la del Inmaculado Corazón de María de Fátima, descritas, respectivamente en la primera y segunda aparición:
Según el relato de la primera aparición, 13 de mayo de 1917, los videntes vieron "[…]a una señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rallos de luz clara e intensa, como una copa de cristal llena de pura agua cuando el sol radiante pasa por ella[…]". Y continúa posteriormente: "La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema más radiante de todas".
En la segunda aparición 13 de junio de 1917: “En el momento en el que Ella dijo las últimas palabras, abriendo sus manos, nos transmitió por segunda vez, el reflejo de esa luz intensa. En ella sentíamos que estabamos sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba hacia los Cielos, y yo en la parte que se derramaba sobre la tierra. En frente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavársele. Entendimos que era el Inmaculado Corazón de María ofrecido por los pecados de la humanidad, deseando ansiosamente reparación”.
La primera representación de Nuestra Señora de Fátima, tallada por José Ferreira Thedim, se realizó en 1919-1920, siendo entronizada en la Capelinha el 13 de mayo de 1920.
Esta expansión del culto a Nuestra Señora del Rosario de Fátima, o más conocida por Nuestra Señora de Fátima se refuerza a partir del año 1945, cuando un párroco de Berlín propone que una imagen de Nuestra Señora de Fátima recorra todas las capitales y ciudades hasta la frontera con Rusia. Dos años después esta iniciativa se convierte en realidad, y el 13 de mayo de 1947 es coronada por el Arzobispo de Évora una imagen que hecha según las indicaciones de la hermana Lucía por el escultor José Ferreira Thedim, había sido donada por el Obispo de Leiría. Ese mismo día comienza su primera peregrinación, entrando en España el día 20 de dicho mes por la Diócesis de Coria.
De esta época, de los años cuarenta, es la siguiente descripción hecha por Sor Lucía, unos treinta años después de las apariciones:
“La túnica, blanca como la nieve, cae hasta los pies. Está ajustada alrededor del cuello por un cordón dorado, cuyos estremos descienden hasta el talle.
Un velo o mantyo blanco, cuyos bordes están guarnecidos con un fino galón de oro, cubre su cabeza, sus hombros y, cayendo hasta casi el extremos de la túnica, envuelve todo su cuerpo.
El rostro, de líneas purísimas e infinitamente delicadas, brilla en una aureola de sol; sonríe cariñosamente, pero no sonrisa ligeramente velada por una sombra de tristeza. Los ojos son negros.
Tiene las manos juntas sobre el pecho. Del brazo derecho pende un bonito rosario de cuentas blancas, brillantes como perlas, y termina con una pequeña cruz de plata, también brillante.
Los pies, descalzos y sonrosados, descansan suavemente sobre una ligera nube de armiño, que roza las verdes ramas del arbusto”. ( BARTHAS, C: La Virgen de Fátima. Pág. 95-96). Este mismo autor señala que, incluso la imagen de la Capelinha no satisfacía a sor Lucía, quien en propias palabras dirigidas por dicha vidente al Obispo de Leiria manifestaba: “En las imágenes que yo he visto, Nuestra Señora parece tener dos mantos. Me parece que, si yo supiera pintar – sin que sea capaz de pintarla tal como Ella es, puesto que es imposible, como también los es describirla con palabras terrenas-, pondría una túnica, tan sencilla y tan blanca como fuera posible, y el manto descendiendo desde la cabeza hasta el borde de la túnica.
Y, como yo no podría pintar la luz y la belleza que la adornaban, suprimiría todos los adornos, a excepción de un fino cordoncito dorado en los bordes del manto. Este adorno brillaba sobre el fondo de luz, como si hubiese sido un rayo de sol refulgiendo más intensamente que todo lo demás. Esta comparación queda muy atrás de la realidad, pero yo no sé cómo expresarlo de mejor manera”. De esta época datan nuevos intentos de representar a Nuestra Señora de Fátima, según las indicaciones de Sor Lucía, por un lado la intentada por una religiosa de su congregación, que acabó renunciando a tal intento, y otra la imagen realizada por José Ferreira Thedim y que en 1947 peregrinó por todo el mundo, como se ha visto anteriomente, y de la que ahora hablamos en su estancia en Valladolid.
De esta época, de los años cuarenta, es la siguiente descripción hecha por Sor Lucía, unos treinta años después de las apariciones:
“La túnica, blanca como la nieve, cae hasta los pies. Está ajustada alrededor del cuello por un cordón dorado, cuyos estremos descienden hasta el talle.
Un velo o mantyo blanco, cuyos bordes están guarnecidos con un fino galón de oro, cubre su cabeza, sus hombros y, cayendo hasta casi el extremos de la túnica, envuelve todo su cuerpo.
El rostro, de líneas purísimas e infinitamente delicadas, brilla en una aureola de sol; sonríe cariñosamente, pero no sonrisa ligeramente velada por una sombra de tristeza. Los ojos son negros.
Tiene las manos juntas sobre el pecho. Del brazo derecho pende un bonito rosario de cuentas blancas, brillantes como perlas, y termina con una pequeña cruz de plata, también brillante.
Los pies, descalzos y sonrosados, descansan suavemente sobre una ligera nube de armiño, que roza las verdes ramas del arbusto”. ( BARTHAS, C: La Virgen de Fátima. Pág. 95-96). Este mismo autor señala que, incluso la imagen de la Capelinha no satisfacía a sor Lucía, quien en propias palabras dirigidas por dicha vidente al Obispo de Leiria manifestaba: “En las imágenes que yo he visto, Nuestra Señora parece tener dos mantos. Me parece que, si yo supiera pintar – sin que sea capaz de pintarla tal como Ella es, puesto que es imposible, como también los es describirla con palabras terrenas-, pondría una túnica, tan sencilla y tan blanca como fuera posible, y el manto descendiendo desde la cabeza hasta el borde de la túnica.
Y, como yo no podría pintar la luz y la belleza que la adornaban, suprimiría todos los adornos, a excepción de un fino cordoncito dorado en los bordes del manto. Este adorno brillaba sobre el fondo de luz, como si hubiese sido un rayo de sol refulgiendo más intensamente que todo lo demás. Esta comparación queda muy atrás de la realidad, pero yo no sé cómo expresarlo de mejor manera”. De esta época datan nuevos intentos de representar a Nuestra Señora de Fátima, según las indicaciones de Sor Lucía, por un lado la intentada por una religiosa de su congregación, que acabó renunciando a tal intento, y otra la imagen realizada por José Ferreira Thedim y que en 1947 peregrinó por todo el mundo, como se ha visto anteriomente, y de la que ahora hablamos en su estancia en Valladolid.
A los pocos días de esta primera Peregrinación, la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima, procedente de Alba de Tormes (Salamanca) entra en la provincia de Valladolid, concretamente el 29 de mayo por Alaejos, luego a Sieteiglesias, Tordesillas, Simancas y Arroyo de la Encomienda, llegando a la ciudad de Valladolid el día 1 de junio de 1947, en su camino hacia Holanda donde presidiría el Congreso Mariano.
Como preparación a la llegada se celebraron Triduos en todas las parroquias de la ciudad, destacando aparte los celebrados en los Dominicos de San Pablo, quienes el día de la llegada de la Virgen, a las ocho, tuvieron misa rezada a la Santísima Virgen de Fátima en favor de la curación espiritual y corporal de los enfermos del Sanatorio Antituberculoso del Prado de la Magdalena, a cuyo centro sería trasladada la Imagen. En el mismo Convento de San Pablo se encontraba erigida la Liga de Caballeros y Señoras de Nuestra Señora de Fátima, allí se venera una imagen de esta advocación que podría datarse hacia mediados del siglo XX. También destacó el celebrado en el Santuario Nacional de la Gran Promesa. En ellos, el primer día estaría destinado al desagravio y reparación, el segundo a la Consagración al Purísimo Corazón de María y el tercero al rezo del Santo Rosario en familia. Sería también de destacar el celebrado en San Benito El Real, ya que parece ser que es en este templo donde se veneraba la primera Imagen de Nuestra Señora de Fátima que hubo en la ciudad.
La Imagen a su llegada a la ciudad, se detuvo en la Fábrica Nacional, allí fue colocada en la carroza de la Patrona de Valladolid, Nuestra Señora de San Lorenzo, exornada por la propia Fábrica, de allí reanudó la marcha deteniéndose primero en el Hospital Psiquiátrico, donde enfermos y personal, junto con una multitud congregada entonó la Salve a la Virgen, continuando por el Puente Colgante.
En las inmediaciones de la Plaza de Toros, la Imagen fue entregada al Ayuntamiento de la ciudad, que había acudido allí bajo mazas, y tras el canto de la Salve se organizó la Procesión de entrada, en la cual, la Imagen era precedida por colegios de niños y niñas, asociaciones y organizaciones religiosas, seminario y clero, que daban escolta a la Virgen junto con una sección de aprendices de la Fábrica Nacional con armas, justo antes de la Imagen iban las banderas de las juventudes masculinas y femeninas de Acción Católica y de las organizaciones y asociaciones marianas. Tras la Imagen de la Virgen iba el Arzobispo de Valladolid, Mons. Antonio García y García y el resto de Autoridades Civiles y Militares.
En las fotografías publicadas en la prensa se puede apreciar la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima en la carroza de la Patrona y sobre Ella, uno de los aviones que desde el cielo escoltaban su llegada. En los preparativos aparece publicado en el Diario Regional “A la entrada en la ciudad, una escuadra de aviones (V Región Aérea) hará caer sobre la imagen manojos de rosas y flores” quienes quisieran colaborar debían llevar sus flores al Santuario de la Gran Promesa y de allí se trasladarían al aeródromo de Villanubla.
Puede verse también otra fotografía de la carroza con la Imagen precedida de multitud de banderas, entre la inmensa muchedumbre congregada.
La Procesión discurrió por Paseo Zorrilla (visitando a los enfermos del Hospital Militar), Santiago, Plaza Mayor hasta la terraza del Ayuntamiento (donde se rezaron tres Avemarías y se efectuó la renovación de la Consagración al Inmaculado Corazón de María de la ciudad y Archidiócesis por el Alcalde y el Arzobispo, Salve y bendición del Prelado) Lencería, Fuente Dorada, Canovas del Castillo, S.I. Catedral Metropolitana colocada en un trono y salve.
Al día siguiente, 2 de junio de 1947, a las 10:30 de la mañana se organizó una procesión infantil para trasladar la Imagen desde la Catedral al Santuario Nacional de la Gran Promesa.
Ese mismo día, a las cinco de la tarde se rezó el Rosario y hubo función de despedida, saliendo en procesión a las seis, por Cardenal Mendoza, Colón, Hospital y Sanatorio Antituberculoso (en estos dos establecimientos se cantó la Salve), detrás del Hospital y Plaza de Santa Clara donde se cantó una última Salve despidiendo a la Imagen que iba en dirección a Palencia.
Con motivo de esta visita, en el Diario Regional de 23 de mayo de 1947 se publicó la letra del Ave María, adaptada para la ocasión, que sería entonada con la música del Ave de Lourdes, y cuya letra decía:
De lejos nos vienes
Oh Virgen sin par,
Tus hijos de España
Hoy a visitar.
La Ibera te aclama
Por Reina inmortal;
Cobije a su suelo
Tu manto de paz.
El mundo se aparta
De tu corazón;
Nosotros en cambio
Buscamos tu amor.
Perdona a este mundo
Prevaricador;
Y danos a todos
De Dios el perdón.
El trece de mayo
En Cova de Iria;
Da al mundo un mensaje
La Virgen María.
De Fátima vienes
En viaje triunfal;
Trayendo en tus manos
Perfumes de paz.
Oh madre querida
Reina de la Paz,
Abraza en tu seno
A la Hispanidad.
Mira compasiva,
Mira a esta ciudad;
A quien tiene tu Hijo
Amor singular.
Somos escogidos
Por su Corazón
Y quiere extendamos
Su reino de amor
Promesa tenemos
De predilección
Hagamos que reine
Que triunfe el AMOR.
Visita de la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima en 1973
Casi veinte años después de aquella primera visita, tuvo lugar una segunda en el mes de mayo de 1973. El Diario Regional de 19 de abril de 1973 (pág. 4) anuncia la llegada de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, los días 29 y 30 de mayo. Del 4 al 13 de mayo de 1973 se celebró una novena en honor de la Virgen de Fátima en San Pablo.
En el Diario regional de 27 de mayo de1973 se publica unas observaciones con motivo de la visita de la Virgen de Fátima:
- Todos los sacerdotes que estén en el estadio, confiesen.
- La imagen llega procedente de Palencia hace su entrada por el Puente Mayor en coche descubierto; quienes quieran sumarse a la caravana esperen entre el poblado Tafisa y Puente Mayor a las 19:45, precederán a la imagen hasta el estadio.
- Quienes quieran ofrecer flores a la Virgen en el estadio o en la catedral, pero no en el recorrido.
- Quienes presencien el paso desde las aceras podrán luego sumarse a la celebración eucarística que será presidida por el arzobispo.
La tarde del 29 de mayo, jornada en la que llegó la Imagen, muchas iglesias suprimieron las Eucaristías vespertinas para este acontecimiento. El arzobispo recibió a la imagen a la entrada del poblado de Tafisa, y la comitiva se dirigió al estadio Zorrilla por Puente Mayor, Paseo de Isabel la Católica, San Ildefonso y Paseo de Zorrilla, llegando al estadio a las 9 de la noche.
En el estadio, tuvieron un lugar preferente personas aquejadas de enfermedades físicas, quienes, terminada la Eucaristía se pudieron acercar a la Imagen.
Se entonaron varias canciones por la escolanía de los Dominicos de Arcas Reales y a continuación se celebró la Eucaristía oficiada por Monseñor Feliz Romero Menjibar, Arzobispo de Valladolid, asistido por D. Modesto Herrero (Vicario de la Diócesis) y el párroco de San Pedro Apóstol, en representación de los sacerdotes de la diócesis, corriendo las moniciones de la celebración por parte del padre Cándido Aniz, director del Instituto Superior de Filosofía.
Tras la Eucaristía Nuestra Señora de Fátima fue conducida alrededor del estadio rodeada de fieles que arrojaban pétalos a la Imagen. Posteriormente, fue acompañada por miles de personas en sus turismos por Paseo de Zorrilla, Miguel Iscar, Duque de la Victoria, Regalado y Cascajares a la S.I. Catedral, donde dieron comienzo las misas y turnos de fieles y exposición del mensaje de Fátima.
El miércoles 30 de mayo los actos se concentraron en la Catedral con diversas Eucaristías, actos para religiosos y religiosas, estudiantes, parroquias, niños, etc. A las cinco de la tarde se celebró una misa para enfermos. A las seis misa general y despedida de la capital y finalmente a las 20:30, en Olmedo, acto mariano y despedida de la Diócesis.