lunes, 2 de septiembre de 2013

Gigantes, Gigantones y Gigantillas

"La Reina", Regino Mas. 1947.
Valladolid.

No es que aprovechando esta semana festiva haya optado por tomarme una pequeña licencia en el contenido de este blog para hablar de estas figuras, que con su presencia al son de la dulzaina y tambor, animan (y, en ocasiones, asustan) a pequeños y mayores en la Feria y Fiestas de Nuestra Señora de San Lorenzo.

Son varias las crónicas que hacen referencia a figuras de gigantes en diversas procesiones, ya sea en la del Corpus Christi (en la cual también participaba la Tarasca), procesión de la que formaron parte hasta 1781, o bien en Procesiones de Octava de distintas parroquias y Cofradías. E, incluso, tomaron parte en las celebraciones de la Canonización de San Pedro Regalado, a la postre, Patrono de Valladolid.

A principios del siglo XVII, Tomé Pinheiro da Veiga en su Fastiginia, menciona la presencia de ocho gigantes en la procesión del Corpus Christi, celebrada el 9 de junio de 1605. Al describir la procesión dice “Fue todo muy desordenado, por librarse del sol, que buscaba por dónde entrar, y que era suficiente para desordenarlos. No llevan de nuestras diversiones más que ocho gigantes, muy bien vestidos, y dos damas  [… ]”.

Nuevas referencias, ya del siglo XVIII, encontramos en el Diario de Valladolid, de Ventura Pérez, sirva como ejemplo:
Los gigantones.
Año de 1718, el dia del Corpus, estrenaron los gigantones los nuevos vestidos, que fueren todos uniforme, dos, macho y hembra; los casacones azules y el faldon encarnado; otros dos al contrario, los casacones encarnados y los faldones axules; otros dos los casacones verdes y los faldones pajizos; los negros el casacon pajizo y los faldones verdes; todo de damasco con franja de plata; estaban antes vestidos de terciopelo, los casacones militares con franjones muy anchos, á modo de guardias; uno tenía un brazo remangado y le llamábamos los muchachos el friega platos; otra giganta traia una cogulla á modo de monja bernarda y la llamábamos la gitana; despues á todos les pusieron como está dicho: tenian las manos de tabla. (págs. 49-50). Detalla dos de estos personajes que se habían ganado un apodo entre la población, además hay mención a representación de otras razas en estas parejas.

El 8 de septiembre de 1729 se coloca el Santísimo Sacramento en el retablo mayor de la Parroquial de Santiago Apóstol, y al mismo tiempo en la Penitencial de Jesús, en la crónica dice “...Hubo soldadesca de los de la manzana; salieron los gigantones; hubo danza de volantes y cinco altares…” (pág. 99).

Con motivo de la colocación del Santísimo Sacramento en la Penitencial de La Piedad, el 12 de septiembre de 1734, hubo varios días de fiesta.  El día costeado por la Cofradía Sacramental de la Parroquial del Santísimo Salvador ofreció sermón, sesenta cirios rojos y la danza de los gigantes (pág. 126).

Nuevamente, con motivo de la colocación del Santísimo Sacramento en una iglesia, en este caso la de San Juan de Letrán, con la consiguiente procesión, aparecen los gigantones. Después de hablar del orden de procesión y los altares efimeros levantados para la misma, dice que “...Hubo cuatro danzas, dos de niños forasteros, una de los de la manzana y los gigantones.” (pág. 165).

El día del Corpus en 1747 sólo salieron cuatro gigantones en la Procesión con los vestidos viejos “por estarles componiendo para las fiestas de Santo Regalado” (pág. 244).

Con motivo de las Fiestas de San Pedro Regalado en 1747, el viernes 23 de junio, hubo procesión general, de todas las comunidades religiosas con sus santos patriarcas y  todas las cofradías, en la que se trasladaban a la Santa Iglesia Catedral las imágenes de San Pedro Regalado y de Santa Catalina de Rizis (de la Orden de Predicadores) “Asistieron en la procesion cuatro danzas, las dos comunes con libreas nuevas, una de valencianos con calzones encarnados y chaquetillas azules los cuatro y los otros cuatro al contrario, y la danza de gigantones con los vestidos nuevos de terciopelo nuevo y damasco vestidos á lo persa, muy lucidos” (pág. 249). El lunes, 26 de junio de 1747, la Parroquia del Santísimo Salvador celebró una solemne procesión “[...] iba el santo (San Pedro Regalado) en sus andas con un arco muy rico de flores; asisitieron las danzas y los gigantones […]” (Pág. 251)
En 1756 se dora el retablo de la Parroquial del Santísimo Salvador, trasladándose procesionalmente el Santísimo Sacramento el 5 de agosto, asistiendo todas las cofradías de la parroquia y la Congregación de San Feipe Neri, después de describir los altares levantados, dice que hubo dos danzas y la de los gigantones (pag. 307). Al mes siguiente, el 12 de septiembre de 1756, se coloca en Santísimo Sacramento en la capilla mayor nueva de la iglesia Parroquial de San Juián, hubo procesión con danzas, y destaca en la crónica que no hubo gigantones (pág. 308), por lo que puede entenderse que era habitual su presencia en actos de este tipo.

Los gigantones estaban previstos también, entre otros muchos fastos, para las fiestas en la Parroquial de San Andrés con motivo de colocar el Santísimo Sacramento en el retablo mayor que acababa de ser dorado (se colocó también la imagen de San Andrés y las de Nuestra Señora de las Nieves y San Severo, en sus respectivos retablos, todas estas imágenes formaron en la procesión), que debía celebrarse el 8 de septiembre de 1758, no obstante, no pudo celebrarse con todo el boato por estar guardando luto por la muerte de la reina Doña María Bárbara de Portugal, esposa de Fernando VI, acaecida el 27 de agosto y cuya noticia llegó a Valladolid el 2 de septiembre. (págs. 315-316).

Las fiestas de la Beatificación del trinitario Simón de Rojas contaron también con la presencia en las calles de los gigantones.

El 29 de agosto de 1779, la Cofradía Penitencial de La Pasión estrenó cuatro gigantones nuevos y menciona también la presencia de dos gigantillas, en la función de Octava, fiesta de la Degollación de San Juan Bautista, siendo alcalde Diego Pérez, hijo del autor de este Diario. (Pág. 503)

En 1781 no salen gigantones ni hay danzas en la procesión del Corpus, por decreto real. (Pág. 513).

Es interesante destacar que en la mayoría de los casos son procesiones de un marcado carácter sacramental, al tratarse del Corpus Christi, traslado y colocación del Santísimo Sacramento en Iglesias, y se menciona una "danza de los gigantones", probablemente se tratara de las denominadas danzas de cascabel, más populares que las de sarao (cercanas a lo cortesano), tal vez acompañada de música de tambores, pifanos y clarines, suelen ser esos los intrumentos musicales que más se encuentran en las páginas del Diario.

Avanzando unas cuantas décadas, llegamos a la obra de José Ortega Zapata, "Solaces de un vallisoletano setentón", el Valladolid de los años 1830 a 1847. Un artículo publicado en El Norte de Castilla de 21 de julio de 1894, y que está incluido en dicho libro, habla de la presencia de gigantes en la Procesión del Corpus Christi en la década de los años 30 del siglo XIX. El caso es que, como se ha dicho, habla de la Procesión del Corpus Christi, de la Misa para las tropas en la Plaza Mayor con un altar en el balcón principal del Consistorio, presidido por una "efigie de San Pedro Regalado, de tamaño natural, y de plata maciza, propiedad del Ayuntamiento vallisoletano", con calles decoradas con juncia, romero y otras plantas olorosas. La víspera del Corpus Christi, iban grupos de danzantes, doce hombres y doce mujeres bailando un "paloteo". En ocasiones, se unían los gigantones, que según este autor- por aquellos años 30 del siglo XIX- eran dos, el rey moro y la reina mora, junto con ocho gigantillas que salían del Ayuntamiento, ya acompañados por la música de la dulzaina y el tambor.

En cualquier caso, para concluir, las actuales figuras de los ocho gigantes, cuatro parejas, que sustituyen a otros gigantes, algo más arcaicos, y todo hay que decirlo, un tanto más grotescos, datan del año 1947, obra de artista fallero valenciano Regino Mas (Benifayó, 7 de septiembre de 1899 - Benicalap, Valencia, 31 de mayo de 1968), Medalla de Oro del Ministerio de Educación ese año. Se menciona el trabajo de otro escultor, Salvador Rubio, y entre los pintores a Álvaro Miranda. Regino Mas estaba casado con Maruja San Miguel, que dirigía a las modistas de su taller. Estos datos, que proceden de la prensa local, se completan con la reseña sobre las nuevas figuras publicada en Cinco años de gestión municipal. (Ayuntamiento de Valladolid. 1949. Pág. 63).
Novedad también sobresaliente, fué la aparición de los “Gigantones y Cabezudos”, que salieron por primera vez el 14 de Septiembre de 1947, en unión del popular “Tío Tragaldabas”, que constituye por sí solo la delicia y recreo de toda la población infantil vallisoletana.
«Valladolid –afirma D. Carlos Rodríguez Díaz en sus comentarios sobre los nuevos Gigantes y Cabezudos- venía desde hace muchos años exhibiendo ocho figuras, deformes, feas y del peor gusto, de las cuales ni la chiquillería hacía ya caso. Pretendían ser graciosas u no tenían gracia. En las vueltas de las danzas, lanzaban al aire unos brazos rematados en unas manos de trapo desproporcionadas y sus trajes de telas baratas y colores detonantes, no tenían ni carácter. Resultaban, demás de antiestéticos, pesados. Había que acabar con aquel desfile grotesco, y el año 1947 el Ayuntamiento terminó con él, pudiendo afirmarse que Valladolid tiene la colección de “Gigantes y Cabezudos” más artística de España».
La realización corrió a cargo del artista valenciano D. Remigio (será Regino) Más, tantas veces premiado en las Fallas valencianas, presupuestándose 90.000 ptas. para todo.

Es interesante ver que, siguiendo la tradición, cada una de las cuatro parejas representan distintas partes del mundo, los distintos continentes. Los Reyes (Europa) identificados como los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Indios (América), los Chinos (Asia) y los Moros (África).

"Los Moros". Regino Mas. 1947.
Valladolid
Gigantes y Cabezudos saliendo del Ayuntamiento.
Valladolid.


¡¡FELIZ FERIA Y FIESTAS DE NUESTRA SEÑORA DE SAN LORENZO!!


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