lunes, 26 de julio de 2021

LA (CASI) RECUPERADA PROCESIÓN DE SANTIAGO APÓSTOL, PATRÓN DE ESPAÑA

Jesús les dijo: “Mi cáliz lo beberéis; 
pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, 
es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre”.



La piadosa tradición sostiene que Santiago El Mayor, hijo de Zabedeo, habría predicado el mensaje y evangelio de Cristo en las tierras de Hispania y que aquí obtuvo la singular gracia de ser visitado en Caesaraugusta, a las orillas del rio Ebro, por María Santísima, cuando aún vivía, en la noche del 2 de enero del año 40 d.C. (episodio que se puede ver en el remate del retablo mayor de la Parroquia). Estos serían los últimos años de vida del apóstol y se cumpliría la profecía de Jesús, aquella que beberían el mismo cáliz, siendo el primer apóstol en dar testimonio de la fe con su sangre: “Por aquel tiempo, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan” (Hechos de los Apóstoles 12, 1-2). Esto ocurriría entre los años 43 – 44.



Continuando con la tradición, los discípulos de Santiago recogieron su cuerpo tras su decapitación, así como el hacha utilizada para el martirio, y los trasladaron a Hispania, cumpliendo –según parece- la voluntad del apóstol. Posteriormente, parece que se pierde la memoria del lugar de entierro y no será hasta pasados varios siglos, y en un momento francamente singular, cuando se produzca la invención o hallazgo milagroso: así, establece la tradición compostelana que, hacia el año 825 (aunque a veces se adelanta hasta el 813), un eremita de nombre Pelayo (Paio o Pelagio) quedó sorprendido por unas luces llamativas que surgían de la tierra. Avisó al obispo Teodomiro de Iria Flavia quien descubrió que las luces indicaban el lugar exacto donde los discípulos (los denominados Varones Apostólicos) habían enterrado el cuerpo del decapitado Santiago el Mayor –junto con dos de sus discípulos, Teodoro y Atanasio-, oculto tras una densa vegetación. Se trataba de una estrella brillante y fija (de donde deriva Campus Stellae, Compostela, elemento que aún figura en el escudo de la ciudad) que indicó donde se encontraba el sepulcro. El Obispo informó de ello al rey Alfonso II de Asturias, reino que por entonces se extendía desde la frontera con el Reino de Pamplona hasta Finisterre y paulatinamente iría ganando terreno hasta consolidar el río Duero como frontera natural del reino. El hallazgo del sepulcro del apóstol, en este momento (enmarcado en lo que conocemos como Reconquista) y en estas tierras, núcleo de resistencia frente a la ocupación musulmana y su comienzo como lugar de peregrinación, creará una identidad autóctona frente a los conquistadores o una unidad basada en el cristianismo, un hecho que se reforzará aún más unos años más tarde con la legendaria intervención del Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo (La Rioja), acaecida el 23 de mayo del 844, en la que el apóstol alentó a las tropas cristianas, dando lugar así a otra de sus características iconografías, la de caballero sobre corcel blanco, al frente de tropas y portando su estandarte, que se completaría con adversarios a sus pies. Todo ello habría que entenderlo como una ayuda o auxilio espiritual de las tropas, no queriendo significar por ello que realmente hiriese a nadie (tal vez, las historias en este sentido vayan relacionadas con ciertas elaboraciones posteriores que intentaban engrandecer una gesta), aunque obviamente, en un campo de batalla habría heridos y muertos de ambos bandos. De su ayuda, se derivó el Voto del Apóstol y más tarde su patronazgo sobre España ( que luego sería compartido con la Virgen María –Inmaculada Concepción- y otros santos/as) conservando aún dicho honor así como la tradición de la ofrenda (por Reyes, miembros de la Familia Real o Delegados Regios) en el día de su solemnidad. Los apóstoles, siguiendo el ejemplo de Jesús, la única sangre que derramaron fue la propia en sus martirios; creo que sólo hay un caso en sentido contrario, cuando en Getsemaní, San Pedro hiere a Malco, pero Cristo reprende la actitud de Pedro y restablece la salud al herido; una muestra de lo que debería ser su comportamiento futuro.


Me he permitido esta explicación no como una introducción a la entrada, más bien como una reflexión sobre ciertas actitudes que en los últimos años se están dando con respecto a la iconografía caballeresca del Apóstol Santiago, que hay que enmarcarla en su contexto, en un periodo importante y amplio temporalmente de nuestra historia, que lo convirtió en referente espiritual de una nación que se iba forjando y como centro de peregrinación en el que confluían diversos caminos que sirvieron para unir distintos territorios europeos y la expansión de conocimientos que en ellos se desarrollaban. Pero, de un tiempo a esta parte, en una corriente de ser políticamente correcto cuando no de un absurdo “buenismo”, casi infantilizando a quienes contemplan estas imágenes, en lugar de hacer un esfuerzo por explicarlo, se ha optado por tapar ciertas partes de estos grupos escultóricos, cuando no de retirarlos completamente, condenados a una especie de reclusión…no voy a decir de una suerte de “damnatio memoriae” ya que se refiere sólo a una iconografía concreta y no tanto a la vida y labor del personaje en cuestión, en este caso del Apóstol, aunque hay quienes, tergiversando la realidad, es lo que han buscado de una manera interesada.

Sin ir más lejos, esta ocultación de obras de este tema se ha dado en la propia Catedral de Santiago de Compostela con el grupo procesional de Santiago Apóstol, obra de José Gambino (O Faramello, Rois, La Coruña, 14/05/1719–Santiago de Compostela, La Coruña, 25/08/1775), madera policromada, encargada por el gremio de azabacheros y realizada entre 1751-1753, (aunque ahora no sale en procesión), en el que se suscitó una polémica por tapar algunas efigies (ocurre desde el año 2006 aproximadamente).

Ahora, una vez reflexionado sobre lo anterior, nos centramos más en el intento de recuperación de esta procesión en la Parroquia de Santiago Apóstol.

El día 16 de julio de 2021, festividad de Nuestra Señora del Carmen, la Cofradía de las Siete Palabras hacía público en sus redes sociales la noticia de realizar una procesión en honor a Santiago Apóstol el día 25 de julio: “Por las crónicas sabemos que desde mediados del siglo XIX hasta 1943, la Función y Procesión de Octava en la Parroquia de Santiago Apóstol, tuvo un gran arraigo en nuestra ciudad, participando en ella gran número de imágenes y cofradías. Por ello, la Cofradía de las Siete Palabras, con la Parroquia de Santiago Apóstol, deseamos, en la medida de lo posible, recuperar esta tradición los Años Santos Jacobeos, como es este en el que nos encontramos.
Así, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, tendrá lugar Solemne Triduo en Honor a Santiago Apóstol, Patrón de España, los días 22, 23 y 24 de julio a las 20:00 horas; el domingo 25 de julio, Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrón de España, a las 11:15 horas Procesión, portando a hombros la imagen de Santiago en la Batalla de Clavijo (Juan de Ávila, 1681), teniendo lugar a las 12:00 horas Solemne Eucaristía, presidida por S.E.R. D. Ricardo Blázquez Pérez, Cardenal-Arzobispo de Valladolid.
El acompañamiento musical estará a cargo de nuestros Hermanos de Honor, la Banda Sinfónica de Arroyo”.

Ello sería un hito no sólo en la historia de la Cofradía, también de la parroquia, pues supondría la recuperación de la antigua función y Procesión de Octava de la Parroquia, de la que ya hemos tratado en otra ocasión (enlace).

Unos días más tarde, el 19 de julio, en vísperas de la suspensión de la procesión, publicaban la primera fotografía de parte del grupo procesional del Apóstol, sobre las andas de la Cofradía de las Siete Palabras, en las que porta a Nuestra Señora de la Salve en su festividad de las Candelas cada 2 de febrero. Así se pudo contemplar en la Parroquia durante la celebración del Triduo en honor a Santiago.

Afortunadamente, este grupo procesional, tal vez no muy conocido por estar en la hornacina de la cajonera de la sacristía de la Parroquia de Santiago Apóstol, está siendo protagonista en este Año Santo Compostelano (Xacobeo) en diversas celebraciones. Recordemos que en la Solemnidad del Corpus Christi, al no poderse celebrar procesiones por las calles, se realizó una por el interior de la Parroquia, disponiendo en la parte posterior del templo un altar con este motivo, conformado por un Sagrario, elementos eucarísticos y las imágenes de San José (al estar en el Año dedicado al Santo Patriarca convocado por el Papa Francisco) y el grupo procesional de Santiago Apóstol (Juan de Ávila, 1681-1682), ver enlace.







Como ya ocurriera en el altar del Corpus Christi, el grupo de Santiago no se presentó completo. Parece ser que el deficiente estado de conservación del grupo, especialmente de algunas de sus piezas explicaba la ausencia de ciertas tallas del conjunto, más que ocultarlos o suprimirlos por evitar herir sensibilidades. Tal vez, y sólo tal vez, tras la suspensión de la procesión a raíz de las normas dictadas por las autoridades debido a la situación sanitaria, la altura a la que se mostraba el grupo y la ausencia de otros movimientos (procesión), podría haberse considerado exponer el grupo completo, incluyendo las figuras caídas que lo completan.

En la Solemnidad del Apóstol Santiago, la Misa Solemne con presencia de autoridades fue presidida por S.Emma. Rvda. Cardenal Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid, asistido por D. José Heras, párroco de Santiago. La suspensión de la procesión hace que no sea posible dar más detalles sobre su recorrido, planta del cortejo, etc.




Como un último apunte cabe recordar lo que decía el comunicado anunciando la procesión “deseamos, en la medida de lo posible, recuperar esta tradición los Años Santos Jacobeos, como es este en el que nos encontramos”. Ya es de agradecer el esfuerzo que supone una recuperación así, pero bien es cierto que tal vez podría ser aconsejable mantenerla de forma constante, anualmente y no sólo en los Años Xacobeos (aunque en estos se pudiera hacer algo con un carácter extraordinario). El periodo de tiempo comprendido entre los distintos años, así como los cambios de responsables que podría haber al frente de las entidades que lo organizan y la falta de costumbre en su celebración, podría llevar al traste los esfuerzos dedicados a su recuperación.

No se puede terminar una entrada sobre una procesión al apóstol Santiago en Valladolid sin tener un recuerdo para la Casa de Galicia, que anualmente (salvo en este periodo de pandemia) celebra su procesión anual con la imagen sedente del santo que conservan en su sede.

Vemos que, investigando sobre nuestra propia historia podemos recuperar muchas costumbres, perdidas hace algunas décadas. Las Cofradías pueden, o incluso deben, ser un buen apoyo para ello, sobre todo aquellas que tienen su sede en templos parroquiales. Ya lo hicieron otras en su momento, cabe citar la Sagrada Cena con la Procesión de San Pedro Apóstol (recuperada en 2015).



Nota.- Viendo estos grupos escultóricos con la presencia de caballo, habitualmente en corveta, siempre me viene a la mente una ausencia que tenemos en nuestra Semana Santa, que también lo podríamos calificar de deuda histórica, la recuperación de la Lanzada de Longinos, de la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de La Piedad.

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