En la que fue iglesia definitiva del convento de los trinitarios descalzos (hoy alberga la Parroquia de San Nicolás de Bari) se veneraba en la tercera capilla a contar desde el presbiterio abierta en el lado de epístola la imagen del Cristo del Perdón que actualmente se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Con anterioridad, en la primitiva iglesia de dicho convento también tenía una capilla dedicada -como explica María Antonia Fernández del Hoyo (Conventos Desaparecidos, pág. 554)-, pero en el lado del Evangelio (se refiere a ella al citar que allí fue depositado en 1676 el cuerpo de D. Diego de Juara Ramírez de Guzmán). El convento desaparece como tal en 1835, momento de la exclaustración definitiva y desamortización. Pocos años más tarde, en 1841, esta antigua iglesia conventual se convierte en la sede de la Parroquia de San Nicolás de Bari, que dejaba su histórico emplazamiento junto al Puente Mayor, aunque según parece el 2 de mayo de 1837 se produjo el traslado de imágenes y se celebraban allí las funciones de la parroquia.
El segundo ejemplo de escultura de Cristo del Perdón con el que cuenta Valladolid se atribuye al escultor Francisco Díez de Tudanca (Valladolid, 05/1616 - Fecha de defunción: 1684-1689). Los pocos datos sobre esta imagen hace difícil precisar su datación. No obstante, tomando como referencia la escritura contractual del Santísimo Cristo del Perdón, obra de Bernardo del Rincón, en 1656, para la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión, en la que se habla de un modelo y no de la posible existencia de otra imagen de este tema en la ciudad que la pudiera inspirar, podría suponer que este Cristo de los trinitarios descalzos fuese posterior al de la Cofradía de La Pasión, por lo que habría que datarlo entre 1656 (contrato del Bernardo del Rincón) y 1664 (como veremos, fecha del encargo de una imagen del mismo tema para los trinitarios descalzos de Pamplona). De ser correcta esta hipótesis, es decir, primero el de Bernardo del Rincón, Tudanca se limitaría –en cierta forma-a imitar, pues no es una copia al pie de la letra, la escultura de Rincón, pese a las diferencias entre las clausulas del contrato y la obra definitiva. Es conocido también que Tudanca tiene en su catálogo de obras una amplia lista de copias de pasos e imágenes de otros autores, principalmente de Gregorio Fernández (como demandaba la clientela de la época). También en el campo de la hipótesis entraría considerar la posibilidad que en esta versión alegórica pudiera haber intervenido de alguna manera el pintor Diego Valentín Díaz, como ocurriera con la imagen de la Cofradía de la Pasión. Este pintor era un referente cultural en el Valladolid de aquellos años y no sólo por su propia obra pictórica y otras iniciativas (Colegio de Niñas Huérfanas y Nobles, Iglesia del Dulce Nombre de María), también en el ámbito intelectual, el inventario realizado con motivo de su testamento, recoge una bien surtida biblioteca, contando con algunos libros de estampas.
Como se acaba de señalar, el Cristo del Perdón de los Trinitarios Descalzos tiene o tenía en su origen un carácter más alegórico, alto contenido teológico, hoy oculto tras una intervención sobre la talla. Aparece el Salvador arrodillado sobre el orbe (que probablemente podría tener alguna alusión al Pecado Original, como ocurre en tantas imágenes de similares características) y lo que podría ser su túnica; desnudo, sólo cubierto con un paño de pureza que se anuda en la cadera izquierda; con los brazos extendidos, eleva sus ojos al cielo en actitud suplicante-oferente (más bien ésta segunda opción, ofrenda, al haberse consumado el sacrificio); por esto mismo, consumada la redención, hace posible ver las heridas de la Pasión y Muerte: clavos en los manos y en los pies, lanzada en el costado, una gran herida en el centro de la espalda, por la flagelación, regueros de sangre en la frente y la ceja por la corona de espinas…Sirve de base a la escultura una peana en la que aparece una inscripción, en parte borrosa, pero que podría responder a: “Xpt, es, qui est dextera dei, qui etia Interpellae…” [el resto de la inscripción –final de la segunda línea y tercera línea- borroso], probablemente sacado de la Carta de San Pablo a los Romanos 8, 34. Este “estar sentado a la derecha de Dios” significa co-participar en su poder real y en su dignidad divina y son varias las ocasiones en las que aparece esta idea en el Nuevo Testamento (Marcos, 14,62 y 16,19; Lucas 22,69; Hechos de los Apóstoles 7,56, visión de San Esteban; y las cartas de San Pablo a los Hebreos y Colosenses, Hb 1,3; y en Col 3,1).
Cabe señalar que en el siglo XVII, cuando esta imagen ya se encontraba en manos de los trinitarios descalzos, sirvió de modelo para otras dos obras similares, talladas también por Francisco Díez de Tudanca y con destino a sendos conventos de la misma orden, trinitarios descalzos, Pamplona (encargada en 1664, siguiendo –como se ha indicado- el modelo del convento de los trinitarios de Valladolid) y Hervás (Cáceres) al convento de trinitarios descalzos fundado en 1664 y que hoy es Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, esta nueva versión del Cristo del Perdón tallada por Tudanca está datada en 1678. Esta imagen de Hervás fue protagonista de un hecho milagroso ya que el 17 de mayo de 1716, su cuerpo se cubrió de una especie de sudor sanguinolento, permaneciendo así durante tres días. La profesora Fernández del Hoyo ya apunta la relación entre el escultor Díez de Tudanca y el convento de trinitarios descalzos ya que en el convento vallisoletano estaba un hermano del escultor, fray Diego de la Concepción ¿Sería posible que la vinculación del Cristo del Perdón con la Orden sea en realidad la relación entre estos dos hermanos y una obra que gozó de gran devoción y se copió para otros lugares?
En el caso de los conventos trinitarios descalzos sería interesante saber si la copia del Cristo del Perdón que se hizo del convento vallisoletano para los de Pamplona y Hervás podría tener relación con la difusión de una imagen devocional o si pudieron concurrir otras circunstancias tales como atribución de prodigios. En ambos casos, Pamplona y Hervás, las imágenes pronto gozaron de devoción. En el caso de Pamplona podemos recordar: “Obras importadas. Entre las figuras importadas hay que destacar el famosísimo Cristo del Perdón del desaparecido convento de Trinitarios de Pamplona, obra del escultor vallisoletano Francisco Díez de Tudanca, siguiendo una iconografía difundida en la Corte por Manuel Pereira y Luis Salvador Carmona, en los siglos XVII y XVIII, que presenta a Cristo arrodillado sobre el orbe terrestre, en oración ante el Padre Eterno, con mensaje de redención. La escultura fue colocada en la iglesia nueva de los religiosos en 1664 y al año siguiente salió por las calles de Pamplona en una rogativa que obtuvo el fin deseado de la lluvia. En 1794 volvió a procesionarse con ocasión de la Guerra de la Convención, llevándose hasta la catedral”. (Conferencia: El paso procesional de Semana Santa en Navarra, por D. Ricardo Fernández Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. Ver enlace).
En el caso del Cristo del Perdón de Hervás, la imagen es procesionada en Semana Santa (o en vísperas, concretamente el Viernes de Dolores) por la Cofradía de la Vera Cruz desde el año 2000. El resto del año recibe culto en un altar-baldaquino.
Junto al Cristo del Perdón, los trinitarios descalzos divulgaron también en sus iglesias el culto a Jesús Nazareno Rescatado (tipo Medinaceli) por el que se fundaron Cofradías, y a Nuestra Señora de Gracia. Ambas recibieron culto en el convento de Valladolid.
Convertido la antigua iglesia conventual en la nueva sede parroquial se unen en el mismo edificio obras procedentes de dicho convento y parroquia, siendo posible durante décadas ver en este espacio ya no sólo este Cristo del Perdón de Tudanca, también el Ecce Homo de Gregorio Fernández (igualmente en el Museo Diocesano y Catedralicio), San Miguel Arcángel de Felipe Espinabete (en paradero desconocido), la Virgen de la Salud (repuesta al culto hace pocos años), Jesús Nazareno Rescatado (Cristo de Medinaceli), Nuestra Señora de la Soledad, y otras muy interesantes para la vida devocional de Valladolid, además de por su calidad artística. A ello habría que sumar la presencia de los restos mortales de San Miguel de los Santos.
En el paso de los siglos XIX al XX, Casimiro González García Valladolid (Valladolid, sus recuerdos y grandezas, T. II. Págs. 195-207) describe la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari en dos momentos distintos antes y después del incendio de 15 de enero de 1893.
Antes del incendio de 1893: “Su retablo principal estaba formado por dos gruesas y elevadas medias columnas toscanas que sostenían una severa y elegante cornisa sobre la cual se alzaba un frente rectangular con un cuadro apaisado, pintura al óleo. En el centro de dichas columnas aparecía un tarjetón de gran tamaño, representando en alto relieve y sobre fondo de nubes, el misterio de la Santísima Trinidad, en madera, estucado todo él de blanco, imitando mármol; y por bajo de él la efigie de San Nicolás, de bastidores; en las credencias había las imágenes de San José y de la Purísima Concepción, de talla y tamaño natural.
En el colateral del evangelio se veía un Ecce-Homo de bastidores y al lado del presbiterio San Juan Nepomuceno, de talla entera.
Las capillas de la nave de este lado estaba dedicadas respectivamente á Nuestra Señora del Carmen, el Santísimo Cristo del Amparo, efigies en talla en madera, la Virgen de Prado, de bastidores, procedente del suprimido monasterio de padres Jerónimos de su advocación, convertido en Presidio peninsular el año 1851 y llevada allí en 1852, y la capilla bautismal.
En el colateral de la epístola estaba la Virgen de la Soledad, de bastidores, y la imágen de San Antonio de Pádua, escultura en madera, muy buena.
En la capilla del crucero, el cuerpo de San Miguel de los Santos y la imágen de éste, de bastidores. Esta capilla fue construida el año 1780 y á ella se trasladó el venerable cuerpo de San Miguel, el día 9 de julio de dicho año.
Las restantes capillas de la nave de este costado fueron consagradas á la Virgen de la Salud, preciosa imágen de bastidores; á San Roque, efigie pequeñita de talla en madera, que con las de San Fabián y San Sebastián se veneraba en la ermita de San Roque que hubo en el Puente Mayor, cuyas imágenes, según algunos, datan de tiempos del Conde don Pedro Ansurez, y fueron trasladadas á la iglesia de San Nicolás al ser derribada aquella por los franceses el año 1809: San Miguel Arcangel, primorosa efigie de talla; un excelente Ecce Homo, desnudo, talla de cuerpo entero, tamaño natural, obra meritísima del inmortal escultor Gregorio Hernández, y cuya cabeza es un modelo acabado de inspiración y de corrección en el dibujo y por su mirada y expresión, sublime de dulzura y de dolor: una estatua de Jesús arrodillado, en actitud de orar, desnudo, también de talla, cuerpo entero y tamaño natural, llamado el Santísimo Cristo del Perdón, y, finalmente; san Juan Bautista, escultura de iguales condiciones y cuyo altar se hallaba en el testero de frente al ocupado por la Virgen de la Salud”.
Lo cierto es que como dice el autor, la iglesia sufrió dos incendios, uno el 12 de julio de 1852 y el segundo, con mayor efecto devastador, el 15 de enero de 1893, en el que quedaron destruidos por completo “el retablo mayor, no pudiendo salvarse de él ni el Santisimo Sacramento, los colaterales, el entarimado y la puerta principal, dejando mal paradas las restantes imágenes y retablos de las capillas y solo se salvaron intactos los ornamentos, vasos sagrados, cajonería y alhajas de la sacristía y el cuerpo de San Miguel de los Santos que fue extraido por un boquete abierto en la pared exterior de su capilla”. Tras las obras de restauración, la iglesia se bendijo a abrió el 6 de julio de 1895 (celebrándose mientras las funciones parroquiales en el vecino templo de San Quirce).
Así quedaba la iglesia desde 1895: “Con los retablos deteriorados de las capillas laterales se formó el retablo mayor, de tres cuerpos, colocándose en él, por este orden, las imágenes del titular, para la cual se utilizó otra, puesto que la antigua se quemó por completo; Nuestra Señora de Prado, puesta ahora en este sitio porque su Hermandad contribuyó con una crecida suma para la erección de dicho retablo; y la Santísima Trinidad, pequeña tarjeta de alto relieve, terminando con un remate circular en cuyo centro aparece un caliz, y á los extremos dos ángeles de talla, desnudos y de cuerpo entero.
Lo mismo se hizo con los colaterales; es decir, aprovechar los restos de los quemados, conservar los que quedaran útiles y dedicarlos el del lado del evangelio al Santísimo Cristo del Amparo, y el de la epístola al Ecce-Homo de Gregorio Fernández.
En las capillas de aquel lado sigue la primera consagrada á la Virgen del Carmen, con el mismo retablo que tenía antes; la segunda á San José, con retablo nuevo; la tercera á Santa Teresa de Jesús, con su retablo antiguo; y la cuarta continua de bautisterio.
Las del lado de la epístola han sufrido la transformación de suprimirse el retablo de San Juan Bautista, cuya imágen se ha colocado en uno nuevo en el sitio que anteriormente ocupaba el Ecce-Homo de Gregorio Hernández; á San Roque se le ha hecho también retablo nuevo en el mismo sitio que ocupaba el antiguo, y han quedado como estaban los retablos de la Virgen de la Salud, San Miguel Arcangel y del Cristo del Perdón. Los nuevos retablos son sencillos y de poco gusto”.
Entre 1972 y 1974 se llevan a cabo unas obras que acaban con parte del patrimonio de la Parroquia, al eliminarse la Capilla de San Miguel de los Santos y la nave de la epístola que, como en la actualidad, no contiene capillas.
La eliminación de esta capilla y nave de la epístola motivó también la dispersión de patrimonio, así el Ecce Homo de Gregorio Fernández y el Cristo del Perdón de Francisco Díez de Tudanca acabaron en el Museo Diocesano y Catedralicio, mientras que el San Miguel Arcángel se encuentra actualmente en paradero desconocido.
Se da la coincidencia que las dos imágenes cristíferas citadas (Ecce Homo y Perdón) acabaron participando en la Semana Santa de Valladolid, alumbradas por la misma Cofradía –la Hermandad Penitencial de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna- representando el mismo paso “Preparativos para la flagelación”. Primero lo fue el Ecce Homo de Gregorio Fernández, estrenándose este paso en 1975. Posteriormente, debido a su estado de conservación y la restauración a la que fue sometido, no se autorizó su salida procesional, aunque ha participado en numerosas exposiciones nacionales e internacionales, y fue sustituido por el Cristo del Perdón de Tudanca, talla que fue sometida a una intervención (llevada a cabo por Mariano Nieto) para tapar-disimular las llagas de manos, pies y costado pero que aún es posible ver testigos de las mismas al acercarse a la escultura. Este Cristo del Perdón de Díez de Tudanca procesionó, portado en la carroza de la Patrona (Sergio Trapote, 1939), en la Semana Santa de Valladolid los años 1988 y 1989, participando en la Procesión General las dos imágenes del Cristo del Perdón (en el programa oficial de 1988 figura como si fuera de Gregorio Fernández, en alusión al anterior Ecce Homo, pero ya salía el Perdón de Tudanca; en el programa de 1989 no aparece el paso, pero gracias a la retransmisión por TVE es posible tener un testimonio de esta imagen en procesión y, curiosamente, ese año -1989- iba entre el Azotamiento y Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna).
Como opinión particular, y para terminar, sería deseable la restauración del Cristo del Perdón del Museo Diocesano mostrando nuevamente sus llagas y el carácter alegórico de la redención e incluso, por este carácter, considerar su posible salida en procesión tal vez el Sábado Santo. Por otro lado, también podría ser interesante su regreso a San Nicolás, templo al que perteneció históricamente, dando la posibilidad que en la misma plaza, aunque en distintos pero vecinos templos, poder ver las dos imágenes, en su distinta variedad iconográfica.
Para saber más sobre la Parroquia de San Nicolás de Bari, consultar el siguiente enlace.
Santísimo Cristo del Perdón (I). De su origen, iconografía y ejemplos en Valladolid (enlace).
Santísimo Cristo del Perdón, Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo (enlace).
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: El escultor vallisoletano Francisco Diez de Tudanca (1616-?). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, ISSN 0210-9573, Tomo 50, 1984, págs. 371-390.
FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Patrimonio perdido: conventos desaparecidos de Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid, 1998.
FLORANES, Rafael: Inscripciones de Valladolid. Mans. 11246. BNE.
GONZÁLEZ GARCÍA VALLADOLID, Casimiro: Valladolid sus recuerdos y sus grandezas: religión, historia, ciencias... Tomo II. Imp. Juan Rodríguez Hernándo, Valladolid, 1900-1902.
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIV, Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid: Catedral, Parroquias, Cofradías y Santuarios. Institución Cultural Simancas, 1985.